De acuerdo con los datos recogidos tras el trágico accidente, Loraine y su madre, fueron dos de las pasajeras de primera clase que perdieron la vida en el hundimiento del Titanic, pero sus cuerpos nunca fueron hallados.
Casi 30 años después de la tragedia, una mujer llamada Helen Kramer afirmó ser la misma Loraine Allison y reclamó la cuantiosa fortuna que supuestamente le pertenecía por ser la hija del diseñador del malogrado barco, Thomas Andrews, que también falleció en el naufragio.
Cuando Helen hizo públicas sus declaraciones en 1940, nadie pudo comprobar su verdadera identidad. En 1992, Helen falleció, pero su bisnieta Debrina Woods decidió continuar su lucha y retomar las demandas iniciadas por su bisabuela para ser reconocida como heredera de la adinerada familia Allison.
La magnitud del caso fue tal que un grupo de aficionados a los acontecimientos sucedidos en torno al Titanic se propuso resolver el enigma de la “niña perdida” y, con el permiso de los Allison, llevó a cabo algunas pruebas de ADN.
Los test revelaron que Helen Kramer no posee parentesco genético ninguno con la familia Allison.
Ya basta de tanta injusticia, no se puede aceptar tanta impunidad, para que haya paz los violentos deben pagar con carcel sus delitos y tenerlos fuera de toda actividad politica.