En los países de tradición católica, como Venezuela, el 1 de noviembre se celebra el Día de Todos los Santos, una tradición instituida justamente en honor para venerar a todos los consagrados a Dios, no solo a aquellos que tienen una fiesta propia en el calendario.
La fecha se remonta al papa Gregorio III (731-741) quien consagró una capilla en la Basílica de San Pedro a todos los Santos y arregló el aniversario para el 1 de noviembre. Más adelante, a mediados del siglo IX, Gregorio IV extendió la celebración a toda la Iglesia. En este día la Iglesia celebra fiesta solemne por todos aquellos difuntos que se han santificado totalmente, han obtenido la visión beatífica y que, se considera, gozan de la vida eterna en la presencia de Dios.
Pero la historia comenzó porque la Iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio. Frecuentemente, los grupos de mártires morían el mismo día, lo cual condujo naturalmente a una celebración común. En la persecución de Diocleciano, el número de mártires llegó a ser tan grande, que no se podía separar un día para asignársela. Pero la Iglesia, creyendo que cada mártir debía ser venerado, señaló un día en común para todos. La primera muestra de ello se remonta a Antioquía en el domingo antes de Pentecostés.
También se menciona este día en común en un sermón de san Efrén el Sirio en 373. En un principio, solo los mártires y san Juan Bautista eran honrados por un día especial. Otros santos se fueron asignando gradualmente, y se incrementó cuando el proceso regular de canonización fue establecido. En la Iglesia de Occidente, el papa Bonifacio IV, entre el 609 y 610, consagró el Panteón de Roma a la Santísima Virgen y a todos los mártires, dándole un aniversario.
Esta fecha religiosa también es la antesala al Día de los Fieles Difuntos, popularmente conocida como Día de los Muertos, que se conmemora el 2 de noviembre.
Vía NAD/www.diariorepublica.com