Por: Soc. Enrique Parra.
Frente a la actual insurrección terrorista de sectores de la derecha, en algunos espacios del país con saldos humanos, institucionales y materiales deleznables; todos los demócratas asumiendo la política dotada de moral y eticidad, estamos obligados a promover y concretar el dialogo civilizado y civilista, con la concurrencia de la diversidad de sectores sociales e intereses nacionales, con el objetivo de restaurar el espacio público para la política. Ello es posible solo mediante el dialogo humanista, con el objetivo de organizar con la justificación ética una sociedad capaz de garantizar a cada quien, a cada sector, a cada territorio alcanzar y satisfacer al calor del trabajo y la producción sus intereses propios, en conjunción con los Patrios.
Ahora bien, celebrar un dialogo nacional donde los dialogantes sean escogidos por todos los venezolanos libre, universal, directa y secretamente desde la diversidad multiétnica, pluricultural y la pluralidad política que definen nuestra identidad societaria, instalándolo en el seno de la máxima instancia político-jurídica del país (Asamblea Nacional Constituyente) es democráticamente acertado e ineludible, para allanar y transitar el camino politico del indispensable control, regulación, legalización y legitimación de los diversos intereses de cada ciudadano, de cada sector, de cada organización, de cada territorio para el logro de la integración democrática expandida, amplia, incluyente de las mayorías para el saludable desarrollo de la sociedad venezolana. Ello es consustancial a la naturaleza del ambiente sociopolítico, que exige el ejercicio político-institucional en los gobiernos con democracias autenticas.
Lo contrario sería una posición contumaz, tozuda y democráticamente desnaturalizada para imponer un sistema político desprovisto de Libertad, Justicia e Igualdad donde se extinguirían los valores: Independencia, Paz, Convivencia Democrática, Tolerancia, Soberanía, Dignidad, Autodeterminación e Inclusión Social.
No tengo dudas que en esa indeseada coyuntura, colapsarían los espacios públicos de la política imposibilitando el contrato social imprescindible para la paz, el país se haría ingobernable y se asomaría la genocida guerra civil. Dicha conjetura afortunadamente, es rechazada recurrentemente por la mayoría del Pueblo Venezolano, que es esencialmente demócrata, libertario, pacifico e incluyente.
Retorica? es posible, pero, no dudo de estar convencido que deben ser principios sociológicos y politológicos, para la definición del Proyecto País que debe empujar la mayoría de los venezolanos, que hoy sufren y repudian la violencia política callejera en alianza mercenaria con el hampa, de un sector de nuestra sociedad que se presenta ante el pueblo sin propuesta conocida de Patria, mostrando solo agresividad patológica para el arrebato del poder, con fines inconfesables. La victoria del pueblo es la paz.