Abg. Eduardo Labrador
A pocos sorprendió la arremetida diplomática y sistemática que viene realizándose desde la casa de Mariño en Bogotá por instrucciones del presidente de Colombia Juan Manuel Santos, el otrora respeto o por lo menos silencio en los asuntos exclusivos de Venezuela permitieron una relación muy favorable para los neogranadinos, toda vez que, desde la patria de Bolívar, se hicieron esfuerzo para lograr la Paz, el desarme y el fin de la guerra armada en Colombia.
Sin embargo, todo ha quedado atrás, Santos al igual que Santander a Bolívar, sacó su puñalada trapera, intentando chucear nuestro espíritu, nuestra patria. Pero su soga oculta, esa que nadie ve, pegada al tobillo y que sube al cuello haciéndolo doblar, nos revela que no es amo de su voluntad, lleva un junco al cuello, capitaneado desde el norte, amaestrado por su jefe natural Uribe y desbocado ante la necesidad de mantener al Estado Colombiano con los aportes en dólares para la seudo lucha o mejor dicho protección de los cultivos y envíos de drogas a los EEUU.
Varios capítulos que van más allá de facilitar las condiciones para el dialogo entre las farc y el gobierno colombiano tuvieron su epicentro aquí en la patria de bolívar, el brazo hermano frente a los 6 millones de vecinos que se vinieron a este suelo en búsqueda de paz y una oportunidad para vivir, tampoco fue meritorio para valorar nuestra amistad, como tampoco lo ha sido una relación comercial totalmente a favor de Colombia, tanto de operaciones licitas como de las ilícitas .
Santander intentó sepultar el sueño de Bolívar en la vieja quinta de San Pedro Alejandrino, ignorando la grandeza de la ideas del padre de la patria que trascendieron a todas las acciones de lenocinios, bajas y convenientes de la política desde 1830, asimismo Santos se creyó el cuento que con la partida física de nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías, el tropel de la revolución caería con la primera lluvia.
La casa de Mariño representada en el mundo por doña María Elena Holguín, una encopetada que no puede ir a todos los rincones de su país, se caracteriza por el silencio cómplice de las violaciones de derecho humano, tortura, desaparecidos, falsos positivos, y lo peor de todo la articulación de un narco país que vive a todas luce del néctar de la amapola. Ella calla y no dice nada sobre el desastre colombiano tapado por los medios y por la organizaciones internacionales.
De ahí que, nada nos extraña, don Manuel Santos, usted pone la cara y nosotros sabemos el resto, su palabra vale tanto común cheque de a locha, ha demostrado ser fiel a la cuna de Santander, a seguir su ejemplo, crease en algún momento que la historia ocultara sus bajezas, su falta de tino y lo que es peor su traición como latinoamericano al sueño de la patria grande, que tanto lo ha beneficiado.