Por Joaquín Chaparro O.
El arranque informal de la campaña electoral en Venezuela ha significado una contienda entre todo el poderío del Estado, de sus instituciones, del aparato propagandístico impulsado por el gobierno a través del sistema de medios publico a favor de la candidatura de Maduro. Se intenta afianzar con intensidad el régimen Castro-comunista en nuestro país. Según José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, la acumulación de poder en el Ejecutivo venezolano ha permitido al heredero del fallecido presidente, intimidar, censurar e iniciar acciones penales contra críticos de esa gestión política y contra aquellos que considera opositores en diversos casos vinculados con el poder judicial, los medios de comunicación y la sociedad civil.
Esa situación, le otorga al presidente “encargado y candidato aspirante a la presidencia” y los partidarios del Psuv, un sistema político-partidista que le permite la potestad al gobierno y sus partidarios para amenazar y sancionar a los ciudadanos que intentan interferir o criticar sus acciones de gobierno. Paralelamente, el Ministro de la Defensa, asumiendo una posición política en defensa de las acciones de gobierno, se coloca al lado de la línea política del Psuv. Esa actuación, le resta seriedad, ética, equilibrio, responsabilidad y constitucionalidad de su investidura.
Los venezolanos, vemos con estupor el desarrollo de una crisis institucional que puede afectar el sistema democrático integral a los poderes públicos como sostén de la institucionalidad. Frente a esos hechos, observamos una profunda división del chavismo como consecuencia de la diatriba entre las tres tendencias en pugna dentro del Psuv por haberse escogido de las entrañas de esas corrientes al peor hombre para asumir las riendas de la nación. Nicolás Maduro, no es reconocido como una figura activa, de decisiones trascendentales, carece de madurez política y de una pésima formación intelectual lo cual es criticado por el ala militar y civil del partido.
En ese sentido, al único a quien se puede culpar del actual desastre nacional, en todas las instancias, tanto en lo económico, lo institucional, lo político, lo social, lo militar, es al señor Nicolás Maduro, quien cada día revela el abuso de poder del gobierno en todos los órdenes de la vida nacional. Competir electoralmente en esas condiciones, representa una debilidad aparente, pero no esencial, porque los venezolanos hemos despertado, no queremos dejarnos imponer un modelo cubano en la forma de gobernar. Competir con esas condiciones puede producir abstención el día de la votación, eso es lo que buscan los agentes del gobierno y del Psuv.
También denuncio que, hecho de suspender indefinidamente las elecciones municipales del cronograma electoral, refleja la estrategia del gobierno para frenar el liderazgo emergente proveniente de la generación de nuevos lideres juveniles, lo cual, es costumbre de los regímenes totalitarios y autocráticos. Sacar del juego político municipal estas nuevas figuras se evade el relevo generacional a nivel político tanto de la MUD como del Psuv para mantener activos dirigentes desgastados que nada nuevo ofrecen al país.
Ante este ventajismo feroz, inmisericorde impulsado desde el gobierno, los venezolanos en una sola voz, como una unidad nacional, debemos explorar alternativas viables de cambio de la agenda política y social. Debemos explorar un gran acuerdo nacional, tomando en cuenta incluso los propios cimientos del gobierno y del Psuv. Allí, existen dirigentes claros, racionales, sensatos que toman la actividad política racional e inteligentemente. Por ejemplo, entre los miembros del juramento del Samán de Güere existen hombres valientes como Francisco Arias Cárdenas (el único activo, por cierto) con quien se puede abrir una alternativa colectiva, organizada para defender al Zulia del Centralismo y la concentración de poder.
Es oportuno, abrir nuevos espacios para conectarnos adecuadamente con la sociedad civil, porque independientemente del proceso electoral es necesario garantizar la pluralidad ideológica, la admisión de la diversidad de ideas contenidas en doctrinas diferentes, evadir la arbitrariedad de la adopción tendencial de una ideología y obtener una modalidad en la forma de gobierno de carácter democrático.
Concejal de Maracaibo
@joaquinchaparro