A 218 años del natalicio de Antonio José de Sucre, la historia suramericana lo idealiza como uno de los próceres más completos y cabales, con un gran sentido humano, símbolo de la continuidad del Libertador.
“¡Lo han matado porque era mi sucesor!”, exclamó el propio Libertador, Simón Bolívar, al enterarse del asesinato de Antonio José de Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho, aquel 4 de junio de 1830, reza la historia de Suramérica.
Funcionarios del actual Gobierno ha repetido con insistencia que Sucre es uno de los venezolanos más preclaros que entró en las páginas de nuestra historia por amor a la libertad, a la patria y a su pueblo. También por su probidad, desprendimiento, ecuanimidad y justicia en el cumplimiento de sus deberes como hombre y como soldado de un ejército que se echo el miedo a las espaldas para romper las cadenas que oprimían a nuestras sociedades
De acuerdo al politólogo Eduardo J. Marapacuto,Sucre fue testigo puntual de una historia que se desarrolló con violencia. De allí, tal vez, su pensamiento y su energía los concentró en el puño y filo de una espada para lograr la verdadera originalidad de las sociedades americanas. Su espada nunca la empuñó para asesinar, sino más bien para romper las cadenas del odio y la opresión, que mantenían hundida a América en los charcos de la ignorancia y el sometimiento.