
El pan de jamón, una obra maestra de la gastronomía venezolana y protagonista indiscutible de las mesas navideñas, posee una historia fascinante que comienza en la capital y evoluciona con una explosión de sabor en Occidente. Aunque su origen documentado se sitúa en Caracas a principios del siglo XX, fue en la dinámica y exuberante ciudad de Maracaibo donde esta tradición culinaria «engordó», transformándose en un icono de la generosidad y el buen comer zuliano, según la nota de Noticia al día.
Caracas: La cuna de un clásico
El nacimiento del pan de jamón se remonta a 1905, atribuido a la panadería Ramella en Caracas. Originalmente, era una creación más sencilla, centrada en la masa suave y un relleno de jamón. En sus inicios, representaba un símbolo de la modernidad culinaria y un lujo accesible para la época decembrina. Esta versión capitalina, a menudo más larga y esbelta, prioriza el equilibrio entre la esponjosidad de la masa y el toque salado y dulce del relleno estándar. Es el punto de partida, el arquetipo que sentó las bases de la tradición que hoy une a todo el país.
Maracaibo: El sello de la abundancia
La migración de la receta hacia el occidente del país supuso una metamorfosis. En Maracaibo, el pan de jamón adquirió una identidad radicalmente distinta, abrazando la filosofía culinaria del Zulia: la abundancia sin complejos. Los panaderos y reposteros locales no se limitaron a replicar el estándar; lo enriquecieron, lo hicieron más sustancioso y visualmente impactante.
La característica fundamental del pan de jamón marabino es su relleno «cargado». Se añaden generosas lonjas de jamón de primera, superando con creces la proporción habitual. Las aceitunas, en lugar de ser un simple adorno, se incorporan con profusión, al igual que las pasas. Pero la verdadera innovación reside en la inclusión de capas extras de tocineta (bacon) o panceta, que aportan una textura crujiente y un sabor ahumado y potente, elevando la complejidad del perfil gustativo.
Además, los maestros panaderos zulianos a menudo introducen un toque dulce más intenso, ya sea a través de un jarabe de papelón (panela) en la masa o un barniz de glaseado más potente que no solo da un color ámbar profundo y un brillo espectacular, sino que sella la humedad y potencia el contraste dulce-salado.
«Llevar Chance»: El espíritu zuliano
Entre los marabinos, existe una máxima que define la calidad de este producto: el pan de jamón debe “llevar chance”. Esta expresión, que trasciende lo culinario, implica que debe verse y sentirse robusto, abundante, rendidor y capaz de satisfacer a una gran familia. No es solo un alimento; es una declaración de prosperidad. La masa también tiende a ser más suave y mantecosa, contribuyendo a una experiencia de degustación más indulgente y distintiva en comparación con las versiones de otras regiones del país.
Aunque no es su lugar de origen, el pan de jamón se ha consolidado como un elemento esencial e irremplazable de las mesas decembrinas en el Zulia. Desde panaderías artesanales con décadas de tradición hasta emprendimientos caseros que innovan en sus recetas, la producción se dispara desde el mes de noviembre, reflejando la fuerte y apasionada apropiación que la cultura gastronómica zuliana hizo de este clásico.
El resultado final es un producto que, manteniendo la esencia venezolana, luce un sello propio e inconfundible: más sabroso, más generoso y con una personalidad tan exuberante como la tierra que lo adoptó.
www.diariorepublica.com



