Decían que nada podía tumbarlo, que su plataforma era sólida, pero un tanquero de la Creole Petroleum Corporation echó a tierra, o al Lago, mejor dicho, toda afirmación, al derrumbar un tramo del Coloso zuliano.
El 6 de abril de 1962, a casi medianoche, pasó. Hay dudas sobre la hora, unos dicen que a las 10.30, otros que a dos minutos para las 12.00, lo cierto es que la embarcación Esso Maracaibo chocó contra las pilas 31 y 32 de la primera estructura de concreto hormigón pretensado del país, una emblemática obra de ingeniería para la época, orgullo de la Precomprimido C.A y otras cuatro firmas alemanas que fungieron como proyectistas y ejecutores, y del diseño original del arquitecto italiano, Riccardo Morandi.
Esa noche se precipitaron al agua siete carros y siete personas, todas resultaron muertas. El estruendo fue tan fuerte, según lo reseñado por Pedro Barboza de la Torre en su libro Memorias del Zulia (2001), que se escuchó en el Cuartel de Bomberos de Maracaibo, en La Ciega.
La tragedia
El tanquero salía del terminal de La Salina con destino a Aruba. Llevaba 36 mil toneladas de petróleo. Al mando del timón, el capitán Avelino González Zulaica. Cerca del Coloso, la nave sufrió un desperfecto en sus tableros, aparentemente eléctricos. El capitán intentó actuar con audacia encallando la nave, que con la fuerza repentina imprimida, pegó primero su proa contra los pilotes. El impacto obligó a irse a estribor, por lo que deshizo otro cuatros pilotes.
Una parte de la plataforma se vino abajo y se hundió en el agua, otra cayó en el Esso. Entonces el Lago se manchó de petróleo. En un santiamén, se perdieron siete vidas, dinero de inversión y 350 metros de plataforma se desmoronaron. Ninguno de sus tripulantes se lesionó tras el accidente.
En ese preciso instante, siete carros se dirigían a Punta Iguana. Todos acabaron en el Lago. De caer en la cubierta de la embarcación, habrían explotado. Igual hubiese ocurrido si un carro, con dirección contraria, hubiera caído en la proa del Esso.
Quien transitó el Puente en ese momento recuerda gritos, luces débiles y llanto. Carreras y pedidos de auxilio. Pocos advirtieron el vacío a mitad de camino. Hubo quien dijo que pudo frenar antes de precipitarse al agua.
«Trescientas toneladas de concreto cayeron sobre la nave. La iluminación del Puente quedó truncada en el boquete abierto y los vehículos que no pudieron detener su marcha cayeron al Lago», reseña el Diccionario General del Zulia (1999). Calculan que la caída fue desde unos 40 metros de altura.
Ocho meses y siete días duró la reparación del puente. La pagó La Creole, 30 millones de bolívares en total. Fue entonces cuando se habilitaron de nuevo ferris y piraguas. Así se cruzó el Lago hasta su reinauguración, el 30 de octubre de 1964.
Hipótesis
Un cortocircuito en el tablero eléctrico principal del Esso Maracaibo ocasionó el descontrol del tanquero, y por ende, el choque. El buque se quedó sin energía y, posteriormente, sin timón. Llevaba una tripulación de 32 hombres.
Actuaron
Comisión de Obras Públicas, bomberos marinos, equipo especiail de salvamento, Antonio José Romero y Octavio Andrade Delgado, capitán del Puerto y gobernador del Zulia para la época, respectivamente; personal de la Creole, buzos, el gabinete ejecutivo nacional y las Fuerzas Armadas. La oscuridad y las profundidades del Lago complicaron las labores.
Vía Diario La Verdad/Isabel Cristina Morán