Centenares de adolescentes, móvil en mano, se agolpan en plena Gran Vía a las puertas de H&M. Miran con recelo a los que acceden al interior a través de la puerta de personal de la tienda y continúan esperando con resignación. No importa que el futbolista más conocido de todos los tiempos colgase sus botas hace dos años, el fenómenoDavid Beckham sigue más vivo que nunca. Su rostro, cubierto con una espesa barba que le aporta un cierto aire hipster. y su cuerpo, conquistado por interminables tatuajes, siguen cotizando al alza. Beckham regresa a Madrid para presentar su nueva colaboración con la firma sueca para la que ha seleccionado sus piezas favoritas de la colección primaveral.
«Diseño las prendas según lo que a mí me gusta, lo que yo uso y con lo que me siento cómodo», afirma Beckham, enfundado en un traje y camiseta negros y unas zapatillas de deporte.
A punto de cumplir los 40, ha sabido reinventarse a la perfección y rentabilizar su esculpido físico. Durante este último año, facturo más (70 millones de euros) que en su época de futbolista. Quizá algo tenga que ver el tener en casa a una de las mayores expertas en hacer dinero diseñando trapitos. «Victoria está feliz, ha trabajado muy duro hasta crear su propia firma de la nada, tiene un gran visióndel mundo de la moda y sabe lo que desea la mujer», comenta el inglés, que disfruta explayándose en cada respuesta. Sin embargo, niega que su mujer le haya aconsejado en este nuevo proyecto:«confiamos en nuestro propios criterios para realizar una colección. Evidentemente es mi mujer y nos preguntamos ciertas cosas, pero no interferimos en el trabajo del otro. Es importante tener nuestro estilo individual».
A pesar de haber atendido a una horda de periodistas, Beckham no secansa de sonreír ni de posar con cada uno de los que desea inmortalizar el momento. Tampoco importa que sea uno de loshombres más deseados, él se ruboriza como un adolescente cuando le preguntan por las parte del cuerpo de la que se siente más y menos orgulloso. «Oh, Dios mío», reitera otra vez, mientras su cuello y su rostro se sonrojan. Por muy estrella que sea, no ha perdido ni un ápice de humildad y se siente más cómodo hablando de lo que menos le convence de su físico.
Vía ABC /www.diariorepublica.com