Andy Murray lo tiene claro: Si su esposa Kim fuera a dar a luz durante el Abierto de Australia, el número 2 mundial colgaría la raqueta y subiría al primer avión para Londres, sin importarle la ronda en la que tuviera que abandonar el primer Grand Slam del año, reseñó AFP.
El escocés estaría dispuesto incluso a sacrificar un billete para la final -partido que perdió el año pasado ante Djokovic-, aunque suponga una decepción mayor para miles de espectadores y millones de seguidores en televisión.
«Mi hijo y mi mujer son más importantes que un partido de tenis», señaló Murray, de 28 años, en Melbourne.
La hipótesis no parece descartable. El Abierto de Australia es uno de los torneos preferidos del jugador, en el que ha jugado cuatro de las últimas seis finales, aunque nunca lo ha ganado.
Además Murray llega en esta ocasión a Melbourne con gran confianza después de haber guiado a Gran Bretaña a su primera Copa Davis desde 1936.
En cuanto a su hijo, está previsto que nazca a principios de febrero, pero a veces los niños se adelantan. La final del Abierto de Australia se disputa el 31 de enero, por lo que el margen es estrecho.
Djokovic, amigo de Murray desde que compitieran habitualmente en categoría infantil, apoya la decisión de su rival: «Me encontré en la misma situación en 2014, en China, estaba preparado para hacer las maletas».
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