
El sector cañicultor venezolano arranca la zafra 2025-2026 con un sólido pronóstico de crecimiento que inyecta una dosis de optimismo a la agroindustria nacional. La Federación de Cañicultores de Venezuela (Fesoca), a través de su presidente, José Ricardo Álvarez, anunció una meta ambiciosa y plausible: un aumento proyectado que oscila entre el 17 y el 18 por ciento en la molienda de caña.
La nueva zafra, que oficialmente comenzó a principios del mes de noviembre, se perfila como un período de consolidación productiva. Álvarez, en una entrevista concedida al programa A Tiempo de Unión Radio, detalló las proyecciones con cifras contundentes.
«El año pasado terminamos en cuatro millones 500 mil toneladas de caña en molienda y para esta zafra estamos aspirando moler casi un millón más. Estamos aspirando moler alrededor de cinco millones 300 mil toneladas de caña», afirmó el máximo representante del gremio.
Este impulso sostenido en la producción refleja una resiliencia notable del productor venezolano. Álvarez se mostró «satisfecho» por el desempeño del sector, destacando que se ha mantenido un ritmo de crecimiento «bastante bueno» a pesar de las severas dificultades operativas, financieras y de infraestructura que históricamente han afectado al campo.
Un paso firme hacia el autoabastecimiento
Actualmente, la producción nacional de caña logra suplir aproximadamente el 60% de la demanda total de azúcar en el país. No obstante, Fesoca tiene la mirada puesta en un horizonte mucho más ambicioso: el autoabastecimiento.
El presidente de Fesoca aseveró que alcanzar la suficiencia plena no es un sueño lejano, sino una meta tangible que requiere un paso fundamental: la reactivación de los centrales azucareros inactivos o subutilizados. Con la puesta en marcha de estas capacidades de procesamiento, la nación podría lograr un autoabastecimiento que requiere un volumen de molienda significativamente mayor, rondando las 600 toneladas del rubro terminado.
«Más o menos una molienda de ocho o nueve millones de toneladas de caña», acotó Álvarez, enfatizando que la capacidad instalada para lograrlo existe en el país. La consolidación de la producción primaria, sumada a la optimización de la agroindustria de procesamiento, es la clave para reducir la dependencia de las importaciones y estabilizar el mercado.
Los desafíos del dólar y los costos operativos
Al ser consultado sobre el elevado costo final del azúcar que percibe el consumidor en los automercados, José Ricardo Álvarez fue enfático al señalar la complejidad del diferencial cambiario. Este factor macroeconómico se ha convertido en una barrera crítica, pues no solo impacta en el precio final de anaquel, sino que afecta directamente la estructura de costos de los cañicultores.
La adquisición de insumos esenciales como repuestos para la maquinaria agrícola de alta tecnología y los herbicidas de última generación, es totalmente dependiente del dólar libre, al ser productos importados.
«Eso es importado y hay que pagarlo al dólar libre, eso ha causado un desajuste en el asunto de los precios», explicó el dirigente.
Álvarez desmintió categóricamente que el precio al consumidor sea un reflejo de un aumento por parte del sector primario. «Nosotros los productores, lejos de haber aumentado el precio, más bien estamos cobrando menos», enfatizó. El gremio confía en que esta distorsión es un «desajuste estructural económico en la macroeconomía» que eventualmente deberá ser corregido. «En ese momento podremos volver a la realidad en lo que significa los precios», concluyó el representante de Fesoca, reiterando el compromiso del sector de seguir avanzando y contribuyendo a la seguridad alimentaria del país.
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