
La lucha diaria para subsistir: Venezolanos entre dólares y la inflación acelerada A pesar de la dolarización transaccional que domina la economía venezolana, la mayoría de los trabajadores sigue lidiando con sueldos y bonificaciones pagados en bolívares a una tasa oficial que no les permite proteger su poder adquisitivo. Para muchos, como la contadora Carmen (45), su salario de \$180 dólares pagado en bolívares no es suficiente para cubrir la canasta básica.
«El dinero se nos va como agua. La comida es lo que más ha subido. Un cartón de huevos cuesta $6 dólares y la gente se asombra de que sea tan costoso, pero lo que realmente es bajo es mi sueldo», afirma Carmen, madre de tres hijos, quien ha tenido que apoyarse en la plataforma Cashea para financiar compras esenciales.
La realidad de Carmen es compartida por millones. Nairobi (29), una profesora de inglés en Valencia, recibe su sueldo de $220 dólares directamente en efectivo, una excepción que ella considera una bendición «necesaria» para subsistir, aunque admite que también debe complementar sus ingresos con trabajos de traducción freelance.
El laberinto del tipo de cambio
Sin embargo, la situación se complica aún más para quienes, como Gabriela* (35), perciben bonos indexados al dólar que son depositados directamente en bolívares a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV).
«Es un tema porque yo recibo un bono en dólares, pero me lo depositan en bolívares a cambio de tasa oficial del BCV y tengo que salir corriendo a gastarlos o cambiarlos a tasa del paralelo, porque de lo contrario se vuelve sal y agua. Total que siempre salgo perdiendo», confiesa Gabriela, quien también utiliza Cashea para aminorar el peso de los gastos recurrentes.
Este mecanismo de pago forzoso crea una trampa de liquidez, donde los bolívares «sobran» en el mercado ante una demanda constante de dólares para proteger el valor.
Inflación al infinito y más allá
De acuerdo con un reporte elaborado por el economista José Guerra, la tendencia en 2025 ha sido a la aceleración de la inflación. Esta dinámica se hizo evidente cuando la tasa inflacionaria excedió el 20% intermensual en octubre de 2024, llevando al Banco Central de Venezuela a suspender la publicación de las cifras oficiales.
Según los análisis de Guerra, tomando en cuenta la devaluación de los bienes transables y el aumento sostenido de los servicios, la tasa de inflación para finales de 2025 se ubicaría entre 530% y 550%, con una marcada tendencia al incremento.
El economista sentenció que todo parece indicar que el BCV mantendrá el actual ritmo de depreciación del bolívar frente a la moneda estadounidense (un promedio de Bs. 2, o 0,46% por día). Guerra señaló en su informe que el grado de libertad del BCV para disminuir este ajuste diario es insuficiente en un contexto de elevada demanda de dólares y una circulación excesiva de bolívares.
«Esto lo que refleja es un gran desorden y anarquía. La gente suele pagar en bolívares si es a tasa BCV y tiende a esconder los dólares. Por eso los bolívares siempre van a sobrar».
Del reporte se desprende que la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo ha oscilado en 2025 entre 25% y 50%, un reflejo directo del desorden monetario que fuerza a los ciudadanos a buscar mecanismos alternos para preservar el valor de su trabajo.
Mientras los economistas analizan las cifras y las proyecciones, Carmen, Nairobi y Gabriela, cada una en su particular realidad, continúan en la búsqueda diaria de vías creativas y urgentes para llevar la comida a la mesa, en una economía que penaliza al bolívar y exige el dólar.
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