Alice Munro (Ontario, 1931) ha dejado una puerta abierta a la esperanza de quienes creen que no cumplirá con su anunciada retirada. En una de las primeras entrevistas concedidas tras ganar el Nobel de Literatura, la escritora canadiense aseguró a «The Wall Street Journal» que sigue pensando en ideas para nuevas historias. La autora, de 82 años y queno asistirá a Estocolmo para recoger el galardón de manos del Rey Carlos Gustavo por motivos de salud, expresó, además, su deseo de que todos sus manuscritos inéditos sean destruidos cuando ella muera. Un deseo que su hija, Jenny Munro, a quien la Nobel dictó las respuestas para la mencionada entrevista al estar aquejada de una gripe, deberá cumplir.
Pese a sus achaques (fue tratada de cáncer y se sometió a un baipás coronario), Munro aún conserva la inteligente lucidez que refleja en sus novelas y bromeó asegurando que, a menos que sea grave, la enfermedad puede ser una ventaja. «Te permite quedarte en casa y pensar, y de esa manera surgen las ideas», dijo en el e-mail enviado por su hija. De hecho, a la autora de «Mi vida querida» (publicado en España por Lumen y al que Munro llega a definir como su «mejor» libro en la entrevista) no le asusta la vejez, ya que, a medida que te haces mayor, «entiendes más» a los que te rodean. Al hablar de sus orígenes, la canadiense dijo que muchas de sus historias vienen de su familia y que en su obra siempre vuelve a los parajes de Ontario (Canadá) porque le resulta «infinitamente interesante». «Solo escribo lo que siento, eso es todo», aseguró. Por eso, a menudo comienza a trabajar en sus libros a través de una «sensación».
¿Y los premios? Pese a la ambivalencia, Alice Munro reconoció que son un «estímulo» para que los escritores no crean que pierden el tiempo.
Vía News Republic