Han pasado 70 años desde que un día, en las fiestas de Valdelageve (Salamanca), José Prieto Cerrudo se subió a una mula. Había llegado al pueblo con su hermano procedente de Béjar, a 30 kilómetros, para ganar algo de dinero en las fiestas. Él tocaba el clarinete, su hermano los platillos. José vio la mula y se subió a ella para llamar la atención de Guadalupe Matas Hernández, que había ido a la feria con una amiga. “La mula se llama Cana, y es mía”, dijo ella.
Con el chaval encima, el animal se echó hacia delante bajando la cabeza y José salió disparado pegándose un costalazo. Así se conocieron Guadalupe y José, que empezaron a salir entre paseos primero y cartas después, porque Guadalupe, como muchas chicas de su pueblo, se fue a servir a una familia en Madrid.
Se casaron por fin en 1955, tuvieron su primera hija ese año, luego la segunda, luego la tercera y siguieron teniendo bebés buscando el varón que quería José. “Mira la que has liado por querer un niño”, le dijo un día ella. Era el año 1971. Guadalupe y José eran padres de siete niñas.
Las siete mujeres (Maite, Rosi, Irene, María José, Pilar, Maika y Bea) han estado en vilo hasta el lunes 30 de marzo, el día en que sus padres salieron del hospital y pudieron regresar a su casa de ViIlanueva de la Torre (Guadalajara). Guadalupe y José tienen 88 años (él cumple 89 este mes) y han superado el coronavirus. Lo han hecho en una franja de edad en la que la COVID-19 en España tiene una letalidad del 22,2%, y con el agravante de que José sufrió un ictus en 2012 que le dejó graves secuelas físicas. Fue él el que dio la voz de alarma el 4 de marzo cuando empezó a toser más de lo habitual. “Al día siguiente lo llevé al médico y le recetó antibióticos”, dice Rosi, una de sus hijas.
El 8 de marzo hubo una gran celebración familiar en casa de los Prieto-Matas: Guadalupe y José cumplieron 65 años de casados. Él seguía teniendo fiebre y dolor de cabeza días después pese a los antibióticos. Acudió al hospital de Alcalá, donde se decidió su ingreso el sábado día 14 de marzo, primer día de confinamiento, en el hospital de la Cruz Roja de Madrid. Había dado positivo por coronavirus.
José y Guadalupe, que viven confinados en la planta de arriba de su casa, salieron este domingo a la ventana a posar para el fotógrafo de este periódico. “También pensamos que las cosas podían no salir bien, sobre todo por mi padre, que ya se encontraba mal. Pero se puede, claro que se puede: la mayoría puede”, dice su hija Rosi.
Vía Globovisión/www.diariorepublica.com