
La Guardia Costera de Estados Unidos ha elevado el nivel de vigilancia en el Pacífico tras la detección de un buque de inteligencia ruso, el Kareliya, operando peligrosamente cerca de las aguas territoriales de Hawái. Este despliegue, que ha puesto en alerta al Comando Indo-Pacífico (INDOPACOM), es interpretado por expertos en seguridad como una clara maniobra de recopilación de información y una calculada demostración de fuerza geopolítica de Moscú frente a Washington.
El Kareliya, un buque auxiliar de inteligencia de la clase Vishnya, fue rastreado navegando a poco más de 15 millas náuticas de la costa de Oahu, la isla que alberga la base naval estratégica de Pearl Harbor y otras instalaciones militares clave. Aunque la embarcación se mantuvo formalmente fuera del límite de 12 millas náuticas que define las aguas territoriales soberanas de EE. UU. –una acción legal bajo el derecho internacional consuetudinario–, su proximidad extrema ha encendido las alarmas.
Objetivo: Recopilación de inteligencia y mensaje político
La función principal del Kareliya es la recopilación de inteligencia electrónica (ELINT), que incluye la intercepción de comunicaciones, el mapeo de emisiones de radar y la obtención de datos sensibles sobre la infraestructura militar estadounidense en la región. Su presencia en esta ubicación no es casual: busca monitorear los movimientos y las capacidades de defensa en un punto neurálgico para la proyección de poder de EE. UU. en el Pacífico.
Este incidente trasciende la mera vigilancia. Según analistas de seguridad, el movimiento del navío ruso forma parte de una estrategia global de «visibilidad» que busca demostrar la capacidad de Rusia para operar en zonas de interés vital para Estados Unidos. Este tipo de despliegues son particularmente relevantes en el contexto de las crecientes tensiones bilaterales, agravadas por la guerra en Ucrania y la rivalidad geopolítica en el Ártico y el Pacífico.
“El paso del Kareliya tan cerca de Oahu sugiere una operación destinada a recopilar información y, previsiblemente, a enviar un mensaje político a Washington. Es un recordatorio de que la competencia entre grandes potencias no se limita a Europa o el Atlántico, sino que es global”, señala un experto en estrategia militar.
La respuesta de la Guardia Costera
Ante la detección, la Guardia Costera de EE. UU. actuó rápidamente. Se desplegaron activos de vigilancia, incluyendo un avión HC-130 Hércules de la Estación Aérea Barbers Point y el patrullero Coast Guard Cutter William Hart, para realizar un monitoreo constante y garantizar que la operación rusa se mantuviera dentro de los parámetros legales y profesionales. Las autoridades han subrayado que, si bien la presencia del buque no es ilegal, es tratada con la máxima seriedad debido a su naturaleza y proximidad a territorio sensible.
Este episodio reconfirma que el Pacífico es un escenario clave en la nueva era de la competencia estratégica, donde las demostraciones de capacidad y las operaciones de inteligencia se han convertido en herramientas habituales del pulso geopolítico entre las superpotencias.
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