
La presencia militar de Estados Unidos en el Caribe se mantiene firme y en constante evolución, anclada en una red de bases formales e instalaciones estratégicas clave. Esta infraestructura no solo consolida su influencia geopolítica, sino que también respalda operaciones de seguridad críticas en la región.
El epicentro de esta presencia es, sin duda, la base naval de Guantánamo (Cuba). Establecida desde 1903, este enclave militar de 117 kilómetros cuadrados es crucial. Su posición geográfica le otorga un control estratégico sobre el Caribe, permitiéndole ejecutar funciones logísticas, de vigilancia marítima y operaciones de inteligencia. Si bien la base combina actividades militares y apoyo naval, su notoriedad internacional se debe también a la prisión que alberga desde principios de 2002, cuando llegaron los primeros detenidos provenientes de Afganistán.
Expansión de puntos estratégicos en el Caribe
Más allá de sus bases reconocidas, Estados Unidos ha ampliado discretamente su alcance a través de acuerdos de cooperación con países caribeños y centroamericanos. Estas instalaciones, que no son clasificadas formalmente como bases militares, son designadas como ‘Cooperative Security Locations’ (CSL).
En el Caribe y Centroamérica, el Comando Sur de EE. UU. mantiene tres CSL esenciales:
El Salvador: Aeropuerto Internacional de Comalapa.
Curazao: Aeropuerto Internacional Hato.
Aruba: Aeropuerto Internacional Reina Beatrix Fuente.
Estos centros son vitales, ya que permiten a las aeronaves estadounidenses utilizarlos como puntos de avanzada para reabastecimiento y operaciones. Su misión oficial es apoyar los esfuerzos multinacionales en la lucha contra el crimen organizado transnacional, ofreciendo una plataforma de respuesta rápida y de bajo perfil en la región.
Despliegue naval y retorno a puntos históricos
El despliegue militar estadounidense en las aguas del Caribe y el Pacífico para combatir el narcotráfico se ha intensificado notablemente.
En un movimiento significativo, soldados estadounidenses han regresado a Panamá para realizar ejercicios tácticos con el Servicio Nacional Aeronaval (Senan). Estos ejercicios se llevan a cabo en la zona de Fort Sherman, una antigua base militar de EE. UU. hasta 1999. Un funcionario del Pentágono señaló que estos ejercicios, iniciados a principios de este año, se esperan intensificar en 2026, marcando el retorno a un punto histórico de influencia militar.
Simultáneamente, la Marina de Guerra de Estados Unidos tiene programado volver a entrenar en Trinidad y Tobago. Esta decisión se produce en medio de crecientes tensiones con el gobierno de Venezuela, que ha protestado enérgicamente por el permiso concedido a Estados Unidos para que el destructor USS Gravely, equipado con misiles, atracara en Puerto España, dada la proximidad de las islas a la costa venezolana.
El Poderío naval en operaciones contra el narcoterrorismo
El alcance y la seriedad del compromiso de EE. UU. se subrayan con el despliegue del portaaviones nuclear más grande del mundo, el USS Gerald R. Ford. Este coloso naval, con más de 4.000 marineros y decenas de aeronaves a bordo, ha sido enviado a aguas del Caribe con la misión explícita de desmantelar presuntas organizaciones criminales transnacionales y combatir el narcoterrorismo.
El USS Gerald R. Ford se integra a la ya considerable flota del Departamento de Guerra de EE. UU. en el Caribe, que incluye hasta ocho buques de guerra, cazas F-35 de última generación y al menos un submarino de propulsión nuclear, demostrando una postura militar robusta y de largo plazo en la región estratégica del Caribe.
www diariorepublica.com



