
Estados Unidos mantiene desde inicios de septiembre una operación militar en el Caribe que incluye ataques contra tres embarcaciones señaladas por Washington de transportar drogas. La Casa Blanca asegura que se trata de una misión antinarcóticos y antiterrorismo, pero funcionarios y analistas coinciden en que la iniciativa también busca aumentar la presión sobre el presidente venezolano, Nicolás Maduro.
El despliegue abarca ocho buques de guerra, un submarino de ataque, aviones de vigilancia y cazas F-35 en Puerto Rico. En total participan unos 4.500 marinos e infantes de marina. De acuerdo con fuentes militares, se trata de una fuerza insuficiente para una invasión, pero capaz de ejecutar operaciones puntuales, reporta New York Times.
El presidente Donald Trump afirmó que las embarcaciones atacadas transportaban cocaína y fentanilo con destino a Estados Unidos, aunque ni la Casa Blanca ni el Pentágono han presentado pruebas públicas. Legisladores demócratas cuestionan la legalidad de las acciones y advierten que se han realizado sin la debida justificación ni autorización del Congreso.
Las tensiones aumentaron tras un incidente en el que dos cazas venezolanos F-16 sobrevolaron un destructor estadounidense. En respuesta, el Pentágono trasladó diez F-35 a Puerto Rico. Altos funcionarios, entre ellos el secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth, han señalado que continuarán las operaciones en las próximas semanas.
Maduro calificó los ataques de “crimen alevoso” y acusó a Washington de intentar provocar un conflicto. Según el mandatario, las embarcaciones no representaban amenaza militar y, de existir sospechas de narcotráfico, los tripulantes debieron ser detenidos.
El almirante retirado James Stavridis, exjefe del Comando Sur de Estados Unidos, describió el despliegue como “una clara señal” de que Washington busca un cambio de comportamiento o de gobierno en Caracas. Expertos del International Crisis Group advierten que en la región se percibe la operación como una advertencia que podría escalar.
El Congreso estadounidense analiza un proyecto de ley que otorgaría al presidente amplios poderes para actuar militarmente contra cárteles de la droga catalogados como “terroristas” y contra los países que los alberguen. La Casa Blanca, en tanto, sostiene que seguirá usando “todos los elementos del poder estadounidense” para frenar el tráfico de drogas.
La operación recuerda a antecedentes como la invasión de Panamá en 1989, cuando el gobierno de George H. W. Bush envió más de 20.000 soldados para capturar a Manuel Noriega, acusado de narcotráfico. Aunque el alcance actual de la misión en el Caribe sigue sin definirse, el refuerzo militar mantiene en alerta a la región.
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