
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, aceptó formalmente la propuesta del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, de que la capital húngara, Budapest, sirva como sede neutral para las futuras negociaciones de paz destinadas a resolver el conflicto entre Moscú y Kiev.
La trascendental reunión se llevó a cabo en el Kremlin, en un ambiente que reflejó la sólida relación bilateral que desafía la postura mayoritaria de la Unión Europea. El presidente Putin expresó su agradecimiento personal a Orbán por la iniciativa, valorando la disposición de Hungría para ofrecer una plataforma que facilite el diálogo en un momento crítico para la seguridad continental.
Neutralidad y consistencia húngara
El primer ministro Orbán destacó que Hungría está plenamente dispuesta a facilitar las conversaciones y a contribuir de manera significativa a un desenlace pacífico de la guerra. Subrayó la política exterior «consistente y equilibrada» de su país frente a la Federación Rusa, una postura que, según remarcó, se mantiene firme a pesar de las «presiones externas» y la línea impuesta por Bruselas.
Putin, por su parte, hizo hincapié en la importancia de la postura húngara, la cual calificó de «objetiva y sensata», contrastándola con la actitud de la mayoría de los miembros de la Unión Europea. Hungría se ha distinguido por su rechazo a apoyar las sanciones económicas a Moscú y por su negativa a proporcionar asistencia financiera o armamento a Kiev. De hecho, el gobierno húngaro considera que una victoria rusa es el desenlace más probable en el escenario actual.
El líder ruso también hizo un breve recordatorio histórico, mencionando que la idea de utilizar Budapest como un punto de encuentro para altos funcionarios no es del todo nueva, recordando una iniciativa de octubre pasado, impulsada por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, aunque la cumbre ruso-estadounidense planificada en aquel momento no se materializó.
Refuerzo de lazos estratégicos y energía
La cumbre en el Kremlin no solo se centró en la iniciativa de paz. La presencia de altos funcionarios de ambos gobiernos enfatizó la profundidad de las relaciones bilaterales, particularmente en el sector energético.
Asistieron a la reunión el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y su homólogo húngaro, Péter Szijjártó, junto con el viceprimer ministro ruso, Alexandr Nóvak, quien es el principal encargado de la política energética del Kremlin.
Esta presencia subraya la importancia de los acuerdos energéticos que vinculan a ambos países, en un contexto geopolítico donde Rusia continúa suministrando a Budapest cantidades significativas de petróleo y gas natural a precios preferenciales, un factor clave que influye en la política de no-sanciones de Hungría. Este suministro estratégico garantiza la estabilidad energética de Hungría y fortalece la cooperación económica frente a las presiones del bloque occidental.
La aceptación de Budapest como futura sede de diálogo representa un espaldarazo a la estrategia de Orbán de mantener lazos directos con Moscú y consolida la posición de Hungría como un actor único y potencialmente decisivo en la diplomacia de paz europea. Este anuncio abre una nueva vía para la diplomacia, aunque aún queda por ver la reacción de Ucrania y otros países occidentales a esta propuesta mediada por un miembro de la UE que es considerado el aliado más cercano del Kremlin dentro del bloque.
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