
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia salió al paso este martes 23 de diciembre para desmentir categóricamente las versiones que circulaban en medios internacionales sobre una supuesta retirada de su delegación en Venezuela. La diplomacia rusa calificó de «falsa» la narrativa sobre una evacuación de su embajada en Caracas, reafirmando su presencia en el país caribeño pese al complejo escenario regional.
Desmentido oficial frente a «provocaciones»
A través de la agencia estatal TASS, un portavoz del Ministerio de Exteriores fue enfático al señalar que los reportes difundidos originalmente por agencias occidentales carecen de veracidad. “La información sobre la supuesta evacuación de la Embajada en Venezuela es mentira”, sentenció el funcionario, instando a la opinión pública a no ceder ante lo que el Kremlin considera provocaciones mediáticas de Occidente.
La postura del Kremlin: Cautela y vigilancia
Por su parte, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, reiteró que la situación en el Caribe es «potencialmente muy peligrosa». Peskov recordó el reciente contacto telefónico entre los presidentes Vladímir Putin y Nicolás Maduro, encuentro en el que se analizó la volatilidad del entorno actual.
«Hacemos un llamamiento a todos los países de la región para que actúen con cautela y eviten cualquier evolución impredecible de la situación», manifestó Peskov, subrayando el rol de Rusia como aliado estratégico en la búsqueda de equilibrio diplomático.
Contexto de una escalada regional
El desmentido de Moscú se produce en un punto de máxima fricción entre Caracas y Washington, una crisis que se ha intensificado desde el último trimestre del año debido a:
Despliegue naval: El posicionamiento de una escuadra estadounidense en las proximidades de aguas venezolanas.
Incidencias en alta mar: El reporte de hundimientos de lanchas vinculadas a presuntos delitos de narcotráfico.
Bloqueo energético: Las recientes operaciones de intercepción y confiscación de buques petroleros en el Caribe.
Con esta declaración, Rusia busca proyectar una imagen de estabilidad y respaldo a la administración de Maduro, asegurando que sus operaciones diplomáticas continúan con normalidad mientras monitorean de cerca los movimientos militares y las sanciones impuestas por la Casa Blanca.
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