
La expresidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, salió en libertad este jueves, poniendo fin a cuatro años y ocho meses de prisión. La liberación se produjo tras la anulación de su condena de 10 años por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que falló a favor de su absolución en el llamado caso ‘golpe de Estado II’.
El TSJ concluyó que el ascenso de Áñez al poder en 2019 fue un «acto de necesidad constitucional» y no una usurpación, revirtiendo la sentencia original de 2022.
El Fallo del TSJ: No Hubo Dolo, sino Continuidad Institucional
La resolución del Supremo boliviano, emitida por los magistrados elegidos en 2024, determinó que el tribunal condenatorio había incurrido en «vulneraciones al ordenamiento legal vigente» y al debido proceso.
La sentencia clave señala que:
“Áñez Chávez no actuó con dolo, no lesionó un bien jurídico protegido y su proceder estuvo amparado por un estado de necesidad constitucional orientado a preservar la continuidad institucional del Estado boliviano.”
El TSJ tomó en cuenta que las renuncias de quienes estaban antes que Áñez en la línea de sucesión en 2019 fueron «públicas, expresas y con efectos inmediatos», lo que validó su asunción en medio del vacío de poder tras la crisis por el fraude electoral denunciado contra Evo Morales.
Primeras Declaraciones y Resiliencia
Al salir del Centro de Orientación Femenina de Miraflores con una bandera boliviana en mano, y acompañada por sus hijos, la exmandataria se mostró firme:
«En este país jamás hubo un golpe de Estado, lo que hubo fue un fraude electoral».
Áñez ratificó su compromiso con el país, asegurando que no se arrepentirá «jamás de haber servido a mi patria cuando mi patria lo necesitó». Pese a calificar el encierro como «muy duro, muy doloroso», afirmó haber aprendido «la fuerza de la resiliencia» ante lo que consideró una detención injusta.
La liberación de Áñez se suma a la de otros líderes opositores, cuyos procesos han sido anulados o revisados por el TSJ en los últimos meses.
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