Lavar la ropa y bañarse se convirtieron en las peores calamidades que padecen los habitantes de Cachirí pues, desde que el río se secó, en diciembre, no cuentan con agua para estas necesidades básicas.
Para beber tienen que comprar los botellones —aquellos que tienen los medios— pero otra parte de la población no tiene cómo hacerlo.
El poblado, de unas 150 familias aproximadamente, ubicado en la parroquia Monseñor Marcos Sergio Godoy del municipio Mara, está a merced de los vendedores de agua en camiones cisterna, pero las irregularidades en el servicio lo mantiene en zozobra.
“A veces los camiones no pasan en días y tenemos que acudir a los pozos que cavamos en el lecho del río, donde todavía se consigue un poquito de agua, pero ésta no sirve para tomar”, reveló Luz Maira de González, habitante del sector y madre de tres hijos.
Los criadores temen por su ganado pues ven que cada día la situación se torna más difícil y muchas reses están muriendo.
Desde el mes de diciembre las corrientes desaparecieron del otrora caudaloso río Cachirí. Solo piedras y arena se ven en su cauce. Hasta los turistas desaparecieron de los balnearios en vacaciones.
“Ya no creemos ni en los truenos. Estamos alimentando a las vacas con pacas (pasto seco) y alimento que cada día compramos más caro”, se quejó José Nava de la finca La Trinitaria.
Hugo Ibáñez, otro residente de Cachirí, contó que el problema se agravó a partir de febrero “porque hay haciendas, río arriba, que lo represaron”, puntualizó.
La poca agua sustraída del lecho la usan para asearse.
Mucho del ganado criado en las riberas del río está muriendo por falta de pasto y agua.
El río Cachirí era un gran afluente de los embalses.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com