
En un acto cargado de profundo sentimiento zuliano y en el marco de la conmemoración del Día del Gaitero, la comunidad gaitera del estado Zulia elevó una petición formal ante el Consejo Legislativo del estado Zulia (CLEZ): el traslado de los restos mortales del insigne músico, poeta y cantautor, Astolfo José Romero Chacín, «El Parroquiano», al Panteón Regional.
La solicitud, que busca honrar por siempre el invaluable legado del artista, fue realizada por el reconocido cantautor y locutor Argenis Sánchez en nombre de la Fundación Nacional de la Gaita.
Un homenaje a 25 años de inmortalidad
La emotiva petición tuvo lugar durante una Sesión Solemne especial celebrada en honor al Día del Gaitero, donde Argenis Sánchez fungió como Orador de Orden de la actividad. Este gesto simbólico se realiza justamente cuando se cumplen 25 años de la partida física de Astolfo Romero, ocurrida el 20 de mayo del año 2000.
Los gaiteros, al solicitar que «El Parroquiano» descanse en el lugar reservado para las figuras más excelsas del Zulia, buscan inmortalizar su figura como uno de los máximos exponentes del folclore regional y nacional.
Reconocimiento póstumo y legado vivo
Durante la sesión, la trayectoria de Astolfo Romero fue indiscutiblemente reconocida al serle otorgada la Orden Rafael María Baralt en su Primera Clase post mortem. Este alto galardón, que simboliza el reconocimiento y el cariño de todo el pueblo zuliano, fue recibido por su hijo, Astolfo David Romero.
Astolfo Romero Chacín fue mucho más que un músico. Conocido cariñosamente como «El Parroquiano», fue un artista integral: poeta, compositor, locutor y una de las voces más completas y emotivas de la gaita zuliana.
Fundador de agrupaciones: Fundó conjuntos de referencia como La Universidad de la Gaita.
Brillo en leyendas: Dejó una huella imborrable al brillar en agrupaciones legendarias como Cardenales del Éxito y Gaiteros de Pillopo.
Voz del Pueblo: Su apodo, «El Parroquiano», reflejaba su profunda conexión con la gente, plasmando en sus letras las historias cotidianas, el humor característico y el sentir más auténtico de su comunidad y de la zulianidad.
Aunque su vida fue truncada prematuramente, cada melodía de gaita que resuena durante la temporada decembrina y el resto del año lleva impregnada la pasión, el sabor y el alma de este artista inmortal. El pueblo zuliano mantiene viva su presencia, esperando que su última morada sea, como merecen los grandes, el Panteón Regional.
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