
El mundo se rinde a Ousmane Dembélé por primera vez, justo ganador del Balón de Oro. Hace dos años, ni él mismo se habría podido imaginar ni siquiera colarse entre los tres finalistas, ahora ratificado como el mejor jugador del mundo después de haber protagonizado una remontada excelsa la temporada pasada y liderar al PSG hacia un Triplete histórico.
El francés se impuso a Lamine Yamal en la votación final, en un Teatro de Châtelet abarrotado, y recibió una distinción que le adentra en la historia del deporte rey, esa que parecía destinada para otros protagonistas, no para él, que durante largos años fue considerado un futbolista indisciplinado y sin capacidad para liderar un proyecto.
un partido en Múnich. En aquel momento, el PSG estaba al borde de la eliminación en la Champions. El asturiano, el mayor defensor del francés en sus dos años en París, de los pocos que sí creyeron aun cuando las estadísticas decían lo contrario, le convirtió en un arma letal, en un delantero que antepuso el interés colectivo a su ego, clave para su transformación. ‘Ous’ aprovechó la oportunidad, no la soltó y logró lo imposible, la Champions del Paris Saint-Germain.
Dembélé hizo méritos más que suficientes para ser elegido el mejor jugador del mundo. Su temporada pasada, la más prolífica de su carrera, acumulando 48 participaciones de gol, le catapultó a una dimensión inusitada, reservada para unos pocos elegidos. La salida de Kylian Mbappé le permitió convertirse en el líder que durante tantos años, a través de cheques en blanco, no encontró Qatar en París.
Un Triplete histórico, cuatro títulos si añadimos la Supercopa, incluida la Champions League, pusieron la guinda a un año que quedará grabado, durante décadas, en la retina del aficionado al fútbol.
La Champions, precisamente, ha sido el factor determinante para desequilibrar la balanza con Lamine Yamal. El joven prodigio del Barcelona, el segundo favorito para ganar el Balón de Oro, no pudo llegar a la final y Dembélé lo aprovechó para proclamarse como el sacro emperador de la máxima competición europea.
En el estrecho margen de diferencia para definir las votaciones, al francés le han ponderado, como era de esperar, los premios colectivos, que en otras ediciones no fueron tan concluyentes, como en la anterior gala con Rodri, trascendental para influir en la opinión de los periodistas.
Vía As/ Diariorepublica.com



