
En Santa Bárbara del Zulia, en la casa materna de Luis Ernesto García Solano se respira dolor. Una llamada alertó a su familia de la tragedia el 1 de febrero de 2017, alrededor de las 11:00 de la mañana. Ése día le arrebataron la vida durante un asalto en la isla Saint Kitts (San Cristóbal y Nieves).
Versiones iniciales indicaron que el hecho se registró en Dominica, pero su hermano Jean Carlos García Solano, contó al Diario Panorama, en representación de la familia, que la trágica muerte, del segundo de ocho hermanos, se registró en Saint Kitts al norte de las Antillas. Luis Ernesto García Solano dejó una hija de 10 años.
“Mi hermano desde muy joven ha sido una persona muy querida. La gente en el pueblo lo quería. Muy trabajador. Él tenía entre siete y ocho años trabajando afuera. Compraba oro roto, como ocurría por aquí en épocas pasadas, que pasaban personas comprando oro roto por las casas, eso mismo hacía él en esas islas. Y luego el oro recolectado lo vendía en Curazao”.
Un asalto acabó con su vida. Luis Ernesto luchó con los delincuentes, logró someter a uno de los asaltantes, pero otro le disparó. Quedó vivo, sentado en una de las aceras de una zona residencial. La confusión reinaba entre los testigos del hecho que sorprendió a los isleños.
“Las tres personas que hicieron eso, el que disparó y sus cómplices, están detenidos. El mismo día, el que disparó fue detenido y al siguiente día detuvieron a los otros dos cómplices que manejaban el carro”, contó García Solano.
Luis Ernesto viajaba tres veces al año. El resto del tiempo lo pasaba en Santa Bárbara del Zulia donde compartía negocios familiares. Tenía negocios familiares en Santa Bárbara.
Buscando nuevas oportunidades de ingresos se aventuró con dos primos a emprender la compra y venta de oro en las islas. “Tenía cierta fluidez con el inglés y gracias a eso se le hizo posible incursionar en ese negocio de comprar oro roto para luego venderlo en Curazao”, agregó su hermano.
“Así se ganaba la vida. Caminando con un bolso al hombro. Cambiando licras y sandalias, por oro roto”, expresó Jean Carlos al compartir una imagen de Luis Ernesto con un morral de mochilero a cuestas.

Se había dicho que la familia iba a pagar 20 mil dólares para repatriar su cuerpo, “pero éso es falso, debido a que mi hermano es una persona muy querida en el pueblo y nuestra familia es muy amiga de Jorge Vivas, quien fue concejal, por medio de sus amistades nos puso a hablar directamente con el gobernador Arias Cárdenas.
La Cancillería es la que se ha encargado de los trámites en este momento. Están bastante adelantados. Ellos están al frente de todo, es falso que la familia ha tenido que buscar ésa cantidad de dinero para traerlo. Creemos que entre martes a viernes de esta semana ya lo hayan repatriado. Este es un dolor muy grande, no le deseo pasar por esto a nadie”.
“A mi casa llamaron a decir que le habían dando un disparo. Luis era el alma de la casa, el bochinchero, el que siempre tenía una broma. Siempre alegre, siempre con el chiste. Mi hermano era una persona muy especial. El alma de la familia. Mi hermano no merecía morir así. En el pueblo ha habido apoyo masivo. Todo el mundo nos ha brindado su respaldo”, narró entre sollozos Jean Carlos.
“Nuestra madre, Arlenis Solano, una mujer trabajadora, de buenos principios, nos enseñó valores. Nos dio la mejor herencia que es la honestidad y saber trabajar”, subrayó Jean Carlos al hablar del modo en que fueron criados.
“Llegamos en el año 89 y aquí en Santa Bárbara nacieron mis otros hermanos. Luis adoraba a nuestras hermanas. Mi hermano era un hombre sano y trabajador. A quien podía ayudar, ayudaba. Si era de quitarse el plato de la boca para dárselo a otro lo hacía. Y trabajaba honradamente”.
Luis junto a sus primos Alex y Enrique, viajaban desde hace varios años por Trinidad y Tobago, Curazao, Santa Lucía, San Martín, Saint Kitts. “Tenían años en eso, les iba bien, nunca habían tenido problemas con nada. En esta oportunidad Alex no pudo viajar por cuestiones de salud. Se fueron Enrique, un hermano de Alex y otro amigo. Alex, vive en Maracaibo y está destrozado. Ellos eran muy unidos. Mi hermano murió en los brazos de su primo Enrique”.
La Embajada de Venezuela tiene una demanda del Estado contra los responsables del crimen y “esperamos que se haga justicia, aunque eso no nos lo va a devolver, pero por lo menos van a pagar por lo que hicieron”.
