Las adicciones son una fuente de problemas inagotable, desde la pérdida de la salud y la destrucción de familias hasta, en el peor de los casos, la muerte. Son muchos los casos que se hacen evidentes para los seres queridos pero la falta de herramientas apropiadas hace que resulte imposible abordar el problema.
Muchas veces una conversación sincera y bien elaborada es suficiente para hacer entrar en razón al implicado y conseguir de admita que existe el problema. Solo consiguiendo este paso crucial se podrá iniciar un proceso de recuperación real.
¿Por qué hacer una intervención?
Desde las instituciones se ponen medios de prevención, limitaciones para la protección y opciones para la libre información de los ciudadanos. El objetivo principal es evitar el consumo de cualquier tipo de sustancia perjudicial, sin embargo, cuando las personas ya se encuentran inmersas en esta situación, son los familiares y amigos más cercanos los que tienen que tomar las riendas y prepararse para actuar.
Cuando se trata de conductas adictivas, una conversación común puede no ser suficiente. Las personas que se encuentran inmersas en este tipo de problemas suelen negar su situación y tienen dificultades para reconocer que su actitud es perjudicial para sí mismo y para aquellos que le rodean.
En estos casos la intervención es una buena opción presentándose como una fórmula que aporta soluciones. El objetivo no es cuestionar ni juzgar sino platear una ayuda para visualizar el problema y ofrecer una oportunidad de cambio.
¿En qué consiste la intervención?
Se trata de un proceso minuciosamente planificado que suele tener la ayuda de una persona cualificada, un médico o profesional en el sector de las adicciones, así como familiares cercanos y amigos queridos de la persona afectada.
El grupo, cuidadosamente seleccionado, se reúne con la persona en cuestión y le planea el problema con una serie de argumentos bien estudiados.
- Es importante preparar una serie de ejemplos muy específicos de conductas poco apropiadas claramente derivadas de la adicción. Se deberá incidir, sin acusar ni culpar, sobre la fuerte repercusión que estas actitudes tienen sobre la familia y las personas más queridas del afectado.
- Aportar soluciones. Es imprescindible tener planificado un proceso de tratamiento con los objetivos marcados y las pautas a seguir muy claras. La intención es que los miedos y las excusas de la persona intervenida no tengan salida posible. Debe quedar claro que las personas presentes han pensado en la solución y que se ocuparán de prestar toda la ayuda posible.
- Un plan de acción. La preparación previa de la intervención debe incluir el papel que jugará cada participante. Se debe establecer de antemano qué deberá aportar cada uno ante posibles actitudes de rechazo o de negación del problema por parte del afectado. Igualmente, se deben plantear las medidas a tomar por cada participante si el tratamiento es rechazado.
- No improvisar. Esta cuestión es esencial, el estudio previo de la situación, la preparación de posibles problemas y la anotación de un guión para no olvidar nada son fundamentales para que la intervención tenga éxito.