Para muchas personas, viajar es una de las mejores formas de desconectarse, de aprender y disfrutar de buena compañía. Para otros también es una oportunidad de tomarse un tiempo para sí mismos, estar abiertos a conocer gente nueva y dejar a un lado las reglas y las estructuras.
Es la experiencia que viven cada vez más personas que deciden armar un viaje acompañados solo de su espíritu, disfrutar de diferentes países y lugares en formato mono en vez de estéreo. Una verdadera oportunidad de descanso y desconexión que incluye un pack de tiempo para uno mismo, la libertad de decisiones personalizadas y un importante grado de autonomía.
A pesar de que gran parte de la gente prefiere quedarse en la casa antes de pensar en ir a un viaje en solitario, cada vez son más los jóvenes que encuentran en esta experiencia una forma de conocer gente y tener tiempo para pensar. Cecilia Arriagada, psicóloga, es uno de esos casos. “Viajar sola permite abrirse mucho más a la cultura del lugar y, además, sirve para forzarse de buena manera a conocer gente nueva, con mentalidades y mundos diferentes”, cuenta luego de recorrer varios meses sola algunos rincones del planeta. Cristián Ringeling es un publicista que también ha disfrutado la autonomía que vive un viajero solitario. “Para mí, la mejor razón para recorrer solo es sentirse totalmente libre de hacer lo que uno quiera, sin tener que llegar a consensos de qué ver, cómo llegar a los lugares, a qué hora volver o dónde comer”.
Para otros viajar solo es una oportunidad para desafiarse. Dominique Schwarzhaupt, artista, reconoce que lo más fascinante de pasear por otras latitudes con uno mismo es darse cuenta de que se puede hacer: “Estamos tan acostumbrados a tener siempre a alguien al lado, alguna rutina o incluso una obligación, que es bueno ponerse a prueba a sí mismo”.
Al fin de cuentas es una manera para perderse durante un tiempo en uno, disfrutar nuevas compañías y dejarse sorprender. Acá van algunas razones por las cuales uno debería agarrar la maleta y partir en solitario, aunque sea una vez en la vida.
Salir de la zona de confort (sin pasarla mal)
La idea de viajar es conocer otros lugares y países, pero lo que realmente sucede es que se deja atrás la comodidad de lo asegurado y tradicional, sorprendiéndose de lo nuevo, valiéndoselas por uno mismo y dejando un espacio durante algunas semanas o meses para remover esa zona de confort que muchas veces domina la rutina. Una decisión que a veces cuesta tomar, pero que sin dudas se agradece una vez que se vive la experiencia.
Conocer (de verdad) nuevas culturas
En un periplo solitario la compañía llega de las personas que uno menos espera, especialmente de la gente que recibe al visitante. Al viajar solo hay que estar abierto a maravillarse con la gente de otros países y regiones, aprendiendo de ellos y llegando a conocer la verdad sus costumbres y culturas. El viajero solitario muchas veces se salta la ruta del turismo para entrar en contacto de forma discreta y sencilla con la realidad de personas, familias y culturas. “Si uno está solo es más fácil unirse a otros grupos y que inviten a quedarse en casas locales”, asegura Cecilia Arriagada.
Aprender de uno mismo (incluso sin darse cuenta)
Cuando se viaja solo es necesario aprender rápido para adaptarse, negociar y relacionarse, pero sobre todo se debe aprender de uno mismo. Con la cantidad de tiempo que uno dispone es casi imposible no evaluar las prioridades, objetivos y proyectos que se dibujan en el futuro, y de pasada conocer también cuáles son los rasgos propios que dibujan la personalidad. En la punta de una montaña, en medio de una vertiginosa ciudad o con los pies estirados frente a una playa, el capital de tiempo para uno y sus propias preocupaciones es prácticamente infinito. Con eso, solo queda sentirse como millonario.
Se puede ahorrar (descubriendo cosas nuevas)
Al recorrer solo es posible cambiar las formas movilización colectiva y los planes de mesas para varias personas por una buena bicicleta y un barato menú callejero. Cuando se viaja en solitario no es necesario impresionar a nadie ni gastar de más, por lo que una opción es transitar en dos ruedas o a pie para conocer distintos rincones de ciudades y pueblos alejados, así como también atreverse a conocer restaurantes o cocinerías que difícilmente servirían para una cena romántica, pero que pueden contener los mejores sabores locales. Una forma de ahorrar para que dure más la travesía.
Enamorarse un poco (y hasta comenzar un romance)
Bien sea por una noche, durante unos días, algunas semanas o bien para toda la vida. En un viaje en formato solitario es posible conocer a muchas otras personas que están en las mismas circunstancias, que comparten intereses similares y que están dispuestas a dejar cosas atrás para recorrer el mundo. Un buen punto base para conocerse, empezar una conversación y dejar que las cosas tomen su propio rumbo, sin importar el idioma o las diferencias étnicas.
Aprender otro idioma (aunque sea por señas y balbuceos)
No hay posibilidad de esconderse en otros. Cuando se llega a un lugar donde se habla otro idioma es uno quien debe aprender a relacionarse, ocupando las manos, las palabras e idealmente las frases que nos puedan sacar de apuros. Todo es válido en un esfuerzo que tiene mucho de señas, sonrisas y memoria, pero probablemente el gran aprendizaje siempre será con el inglés, que sirve como un dialecto universal que permite comunicarse entre los ciudadanos globales. “Cuando se viaja solo es una excelente oportunidad para practicar inglés, soltarse un poco e ir superando las dificultades del camino mientras se aprende otro lenguaje”, dice Cristián Ringeling.
Maravillarse con la bondad de los demás (y de uno mismo)
Sin duda uno de las mejores cosas de viajar solo es sorprenderse con la gente y su sentido de hospitalidad. Existe una mayor apertura hacia la compañía de los otros y ellos también están más dispuestos a recibir y apoyar. Seguramente más de una persona saludará, preguntará si necesitas ayuda y regalará una sonrisa, por eso es importante ir preparado con una buena actitud y una cara alegre que sirva para agradecer esos constantes gestos de preocupación.
Guía útil:
* Llevar música, mucha música. Una lista de reproducción puede ser la mejor compañía cuando se está recorriendo el Himalaya o tomando sol en Tailandia; es por eso que la música se convierte en uno de los elementos esenciales del equipaje de un viajero estepario.
* Aproveche la tecnología. Hoy en día una tableta permite cargar cientos de libros en menos de medio kilo de peso y un celular puede tomar tan buenas fotos como una aparatosa máquina de los noventa. Si es necesario, aproveche la tecnología para que el periplo sea más cómodo y liviano.
* Deje los calendarios y la programación: viajar solo da la opción de dejar espacios en blanco que no necesitan programación. Si un lugar lo sorprende, quédese más tiempo; si no lo convence, cambie tu ruta. Al estar solo no necesitará llegar a consensos ni acuerdos.
* Acompáñese a través de las redes sociales. Muchas veces Instagram, Facebook o Twitter pueden ser las mejores herramientas para sentirse acompañado. Son, además, oportunidades para poner al día a los amigos y familiares, y de seguro también sirven para que ellos se sientan recorriendo el mundo con usted.