Los más feroces huracanes escogieron la temporada ciclónica de 2017 para asolar las islas del Caribe y dejar tras su paso pérdidas irreparables en una región altamente dependiente de la industria turística para subsistir.
Arrasadas, constituye la palabra más común para definir los perjuicios en el Caribe, pero qué ocurrirá con estos territorios cuya actividad fundamental es el turismo, islas que otrora fueran descritas como paraísos terrenales, con bellos paisajes inexistentes ahora.
Las serias afectaciones económicas ocasionadas por los meteoros se extienden a territorios como Dominica, Puerto Rico, Islas Vírgenes, Guadalupe, Martinica, Islas Turcas y Caicos, Bahamas, Anguila, Antigua y Barbuda, y Cuba, todas ellas abatidas por los huracanes Irma o María, ambos de categoría cinco, la más alta en la escala Saffir-Simpson.
Con vientos de hasta 290 kilómetros por hora, esas tempestades causaron daños comunes a su paso, entre ellos, severos perjuicios a las infraestructuras, viviendas, servicio eléctrico, fuentes de abasto de agua, grandes inundaciones, y perdieron la vida decenas de personas en la región.
Los datos preliminares de Puerto Rico son alarmantes; su gobernador, Ricardo Rosselló, reportó que toda la nación quedó sin electricidad, y advirtió que podrían pasar meses hasta que los 3,4 millones de boricuas puedan volver a contar con ese servicio.
Pero el Caribe es una región que se levanta. Aunque los daños no terminaron al pasar los huracanes, pues la propaganda es desfavorable para el turismo, hay muchos interesados en revertir la situación actual.
Recuperación con solidaridad
La ayuda de Estados, gobiernos y otras organizaciones internacionales es una de las formas más efectivas para que la zona sobreviva la embestida de la naturaleza, y aunque algunas naciones ya manifestaron su intención de cooperar, resulta necesario comprender que se necesita de todo el apoyo global.
El reclamo caribeño se escuchó en la Asamblea General de las Naciones Unidas, efectuada del 19 al 25 de septiembre.
Voces como las del presidente de Haití, Jovenel Moise; el primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne; y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, se unieron para romper el silencio en torno la necesidad de cooperación para las Antillas.
Browne destacó que la población entera de su país está sin techo y los edificios son caparazones vacíos, al tiempo que sostuvo que la reconstrucción de Barbuda se encuentra estimada en unos 250 millones de dólares, un monto bastante superior a lo que puede asumir la isla.
La arquitectura financiera internacional deja a la zaga a los pequeños países, denunció.
Naciones como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Chile, Panamá y Rusia, entre otras, se pronunciaron con brindar ayuda a los países afectados, mientras que potencias como Francia, Reino Unido y Holanda fueron fuertemente criticadas por demorar sus muestras de cooperación.
Ante el nuevo reto, la Comunidad del Caribe (Caricom) mostró su disposición para prestar auxilio a la zona, y su presidente, Keith Mitchell, instó a todos los países miembros y a la comunidad internacional, a unir fuerzas para afrontar los daños y ayudar al principal damnificado: el pueblo.
Otra institución regional que ofreció su apoyo fue la Organización Panamericana de la Salud, con el envío de suministros médicos y humanitarios, y el despliegue de equipos de respuesta a las emergencias, los cuales cuentan con expertos en coordinación, evaluación de daños, vigilancia epidemiológica, agua y saneamiento, logística y gestión de información.
Sin embargo, persiste el silencio de poderosas instituciones financieras internacionales y de algunas potencias del orbe.
Curiosidades meteorológicas
La ubicación geográfica de las Antillas las convierte en el destino favorito de esos eventos meteorológicos, los cuales con el decursar de los años se tornan más potentes y por consiguiente más devastadores, como un efecto directo del cambio climático.
Según especialistas, la formación de poderosos huracanes en el océano Atlántico se debe al incremento sostenido de la temperatura de sus aguas, uno de los indicadores necesarios para ganar en intensidad, así como al alto nivel de humedad en el aire.
Ambos elementos aceleran un cambio significativo y duradero en los patrones locales o globales del clima.
La actual temporada ciclónica, que se extenderá hasta el 30 de noviembre, aún constituye una preocupación para los habitantes de la región pues hasta el momento ya se rompieron los récords de formación de huracanes de gran intensidad, dos de ellos categoría cinco con apenas 12 días de diferencia.
Entre las curiosidades meteorológicas de 2017 se encuentra que por primera vez un huracán -Irma- alcanzó la categoría cinco antes de llegar al mar Caribe.
Además, tres eventos recorrieron el Caribe al unísono: la tormenta tropical Lee, y los huracanes José y María, este último causante de una gran devastación en el área.
Vía Panorama/www.diariorepublica.com