Albert Cavallé, más conocido como el gigoló estafador, fue detenido luego de una intensa búsqueda que se extendió por mas de un año con esto se pone fin a una historia llena de sobornos, sexo y dinero en el que cayeron hombres y mujeres por igual, mas de 40 féminas cayeron en sus redes de seducción.
.Los Mossos d’Esquadra han puesto fin a la aventura de Albert Cavallé de 36 años de edad, proveniente de Barcelona, España y conocido como Tito por sus amigos, aunque se llama ‘papá’ a sí mismo, sobre el que pesaban cinco órdenes de búsqueda y captura.
Desde el momento en que recibieron las primeras denuncias, la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra unieron fuerzas para encontrar al delincuente, misión que muchos usuarios de las redes sociales y medios de comunicación en el mundo, tomaron como propia posteando la fotografía del atractivo pero maquiavelico hombre.
La policía busca a un hombre experto en seducir a mujeres para robarles
El acusado habría estafado al menos a una veintena de víctimas que creyeron en sus mentiras.Al igual que Brad Pitt en la película Thelma & Louise, Albert Caballé Ortín es experto… https://t.co/BdLDcvPHIj
— Noticia de Guatemala (@NotiA35) March 7, 2018
Su historial criminal es extenso. Más de 40 mujeres aseguran haber sido estafadas por Albert, o Mike, Joan, Kile, otros de sus muchos nombres en los que escondía su verdadera identidad. La mayoría de ellas confiesa que solo le entregó 1.000 o 2.000 euros, pero dos de sus víctimas han confesado que le llegaron a dejar hasta 40.000 y 60.000 euros, respectivamente.
Albert era un estafador conocido por la policía y ya pesaban sobre él cinco sentencias, tres de estas en Barcelona y Pamplona (España) y en Bayona (Francia) los delitos imputados: estafa, apropiación indebida y simulación de delito, pero su impunidad ante la justicia ha alargado su vida lujosa durante años.
Seductor encantador
El joven siempre actuaba de la misma forma. A través de aplicaciones para citas como Badoo, Tinder, Meetic, POF o incluso Milanuncios, se presentaba como un joven adinerado, con una buena vida, que buscaba una relación seria.
El seductor cambiaba sus profesiones que iban de empresario, cirujano, corredor de bolsa, abogado o dueño de una cadena hotelera; todas ellas solventes y que le inferían una posición de comodidad económica y éxito que lo ayudaban a verse más estable.
Con esta carta de presentación y un físico envidiable, seducía a sus víctimas, mujeres u hombres de buena posición económica, con los que, supuestamente, iniciaba una relación sentimental. A las pocas semanas, y una vez la relación iba viento en popa algún imprevisto económico se cruzaba en su camino, por lo que pedía ayuda a sus víctimas a las que engañó como «la mujer de mi vida» y les prometía la devolución del dinero.
Luego de que las incautas vistimas le «prestaban la cantidad requerida» en la mayoría d elos casos no volvieron a saber de él.
Algunas incluso llegaron a poner a su nombre bienes personales, mientras que otras aseguran que les robo las tarjetas de crédito o que pidió préstamos a su nombre. Una estafa constante con múltiples víctimas y un mismo objetivo: gastárselo en hoteles de lujo, cocaína y prostitutas.