Por Billy Gasca
En estos tiempos tan difíciles la navidad no logra penetrar completamente todos los hogares del pueblo venezolano. Vivimos una época en donde la esencia básica de noche buena y fin de año se torna inalcanzable para muchas familias humildes a las que no les alcanza el dinero para comprar al menos los regalos para los más pequeños que esperan ansiosos el nacimiento de Jesús.
Para los que creemos en Cristo y en el milagro de su infinita misericordia hemos construido nuestra fe en base a la idea que si un hombre es manso y humilde de corazón, y confiesa por el poder del Espíritu Santo que Jesús es el Cristo, es menester que tenga caridad; porque si no tiene caridad, no es nada; por tanto, es necesario que tenga caridad. Por tanto, si no tenemos caridad, no somos nada, porque la caridad nunca deja de ser ya que la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre.
Ahora, la más importante expresión de la caridad es la bondad para con nuestros semejantes. La bondad es la esencia de la vida celestial, es el modo en que una persona que se asemeja a Cristo trata a los demás. La bondad debe estar presente en todas nuestras palabras y obras, en la escuela, en el trabajo, la Iglesia y, especialmente, en el hogar.
En tiempos de crisis es habitual que nuestro hogar este concebido como nuestra fortaleza para compartir con nuestros seres queridos la felicidad de la familia, pero al salir de nuestras casas la realidad es distinta, hay centenares de familias que llevan días sin poder alimentarse, existen miles de niños que no podrán disfrutar del maravilloso momento de la llegada del mesías en su morada, y muy poco hacemos o contribuimos para cambiarla ayudando a poner una sonrisa en el rostro de cada chico triste por una situación de la cual no es responsable.
El padre celestial nos enseñó a velar siempre los unos por los otros, ayudándonos en tiempos de necesidad. No critiquemos ni censuremos, sino seamos tolerantes, siempre emulando el ejemplo de tierna bondad del Salvador. Del mismo modo, sirvámonos unos a otros con buena disposición. Supliquemos inspiración para saber las necesidades de los que nos rodean, y luego vayamos y brindemos ayuda.
Seamos de buen ánimo al vivir nuestra vida. Aunque vivimos en tiempos cada vez más peligrosos, el Señor nos ama y nos tiene presentes. Está siempre de nuestro lado cuando hacemos lo correcto. Nos ayudará en épocas de necesidad. Llegan dificultades a nuestra vida, problemas que no anticipamos y que jamás escogeríamos. Ninguno de nosotros está exento. El propósito de la vida mortal es aprender y crecer para ser más parecidos a nuestro Padre, y a menudo es durante tiempos difíciles cuando más aprendemos, aunque las lecciones nos duelan.