
La navidad y el fin de año en Maracaibo tienen un sabor particular, y ese sabor, para muchos, es el de una cerveza bien fría. Más allá de la celebración, hay una hazaña logística que se repite en las calles de la capital zuliana: el ingenio marabino puesto al servicio del transporte de la preciada «birra». Los conductores de motocicleta se han convertido en verdaderos malabaristas urbanos, demostrando una destreza admirable que es ya parte del folclore local.
El maracucho, conocido por su habilidad para improvisar y solucionar cualquier obstáculo, convierte su moto en un vehículo de carga especializado. La misión es clara: garantizar que las cajas de cerveza, ya sean de la tradicional Polar o de la icónica Zulia, lleguen intactas y a tiempo para los festejos del 24 y 31 de diciembre.
La técnica del malabar urbano
Lo que para un foráneo parecería una tarea imposible o sumamente peligrosa, para el conductor marabino es una rutina dominada por la práctica y la necesidad. La clave del éxito reside en una serie de soluciones improvisadas y en la maestría personal sobre las dos ruedas.
Parrillas adaptadas: Las motos suelen estar equipadas con parrillas traseras que, aunque no están diseñadas para cargas voluminosas, son reforzadas o adaptadas para servir de plataforma.
El eje de estabilidad: La técnica más común y efectiva para una sola caja de 36 unidades de cerveza es colocarla entre las piernas del conductor. Esta posición central baja el centro de gravedad, proporcionando una estabilidad crucial y permitiendo que el conductor use sus propias piernas como amortiguadores y puntos de sujeción. Un conductor experimentado puede maniobrar con éxito una carga desequilibrada con una habilidad notable, sorteando huecos y el tráfico denso.
El refuerzo de cuerdas: Cuando el volumen de compra aumenta —porque no solo se trata de la primera caja, sino del «refuerzo» que exige la larga jornada festiva— entra en juego la segunda fase del ingenio: las cuerdas y los elásticos. Estas se utilizan para fijar la caja al portabultos trasero, a menudo requiriendo un ajuste rápido y preciso para mantener el equilibrio, incluso cuando la carga se eleva por encima del nivel del asiento.
Folclore y tradición cervecera
Este espectáculo de equilibrio y destreza va más allá de un simple acto de transporte; es un reflejo de la cultura de la región. El maracucho, ante la limitación de vehículos de reparto o la urgencia del momento, se empodera y resuelve, demostrando que su ingenio es su herramienta más valiosa.
«Como sea hay que garantizar las birras para el 24 y el 31, así sea de esta manera», como señalaba un conductor entrevistado para un reportaje anterior de Noticia al Día. Esta frase encapsula la determinación que impulsa estas maniobras. La cerveza no es solo una bebida, sino un elemento cultural central en la celebración zuliana, un catalizador de la alegría que se comparte en familia y entre amigos.
Así, cada motocicleta cargada con su tesoro ámbar no es solo un vehículo, sino un testimonio rodante del espíritu inquebrantable, la picardía y la habilidad del maracucho, quienes demuestran año tras año que, para disfrutar de sus tradiciones, no hay obstáculo logístico que su ingenio no pueda superar.
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