Investigadores de la Universidad de Colorado y de la Administración Nacional Oceanográfica y Atmosférica, en Estados Unidos, han publicado un reciente estudio en el cual aseguran que la tierra y los océanos han disminuido dramáticamente su capacidad de absorber carbono en los últimos 50 años.
Los resultados de la investigación, divulgada por la revista científica "Nature", con asiento en el Reino Unido, señalan que la consecuencia directa de esta situación será una peligrosa escalada del calentamiento global.
Los científicos aseveran que el llamado "ciclo global del carbono" constituye una herramienta para pronosticar un aumento de temperatura en el planeta.
Ashley Ballantyne, geoquímico líder del equipo de expertos, indicó que los reservorios de este elemento en tierra y agua colapsan por causa del incremento exacerbado de emisiones a la atmósfera.
El trabajo titulado "Increase in observed net carbon dioxide uptake by land and oceans during the past 50 years" (Incremento en el carbono neto absorbido por tierra y océanos en los últimos 50 años) es un nuevo alerta sobre las consecuencias que la economía mundial está acarreando al ecosistema.
“Nuestro análisis demostró que la masa de carbono global absorbida aumentó significativamente en cerca de 0,05 billones de toneladas por año: la cantidad se duplicó entre los años 1960 y 2010, desde 2,4 ± 0,8 hasta 5,0 ± 0,9 billones de toneladas”, revela el informe de los especialistas.
Los estudiosos llegaron a la conclusión de que es inadmisible afirmar que los depósitos terrestres y oceánicos de carbono estén en debacle a escala mundial por un fallo “natural”, sino que en realidad las descargas por la mano del hombre han aumentado en el mundo.
Para quienes aún se mantienen escépticos en cuanto a la responsabilidad humana en el cambio climático, Ballantyne explicó: “Desde 1959, aproximadamente 350 millones de toneladas de carbono han sido emitidas por los seres humanos a la atmósfera, de los cuales alrededor del 55% se ha trasladado a la tierra y los océanos”.
Por lo tanto, asegura que la identificación de regiones del planeta y mecanismos para la captación de carbono se ha convertido en el nuevo reto para los científicos del área ambiental.
El objetivo es insistir sobre la limitación de las emisiones de carbono, mediante políticas menos blandas que el protocolo de Kioto, el cual estableció una reducción mundial de apenas 5% para cinco tipos de gases causantes del efecto invernadero, entre ellos el dióxido de carbono (CO2).
Venezuela, ¿uno de los menos contaminantes?
Estados Unidos, una de las naciones no firmantes del protocolo ambiental, es constantemente señalado desde diversas regiones del planeta por ser el mayor emisor de carbono, con 17,96 toneladas métricas per cápita anuales, según cifras del Banco Mundial (2008).
Mientras tanto, gobiernos de países como Venezuela, que emite 6,07 toneladas métricas per cápita (Banco Mundial, 2008), se ufanan de estar lejos del grupo de los mayores enemigos del ecosistema.
No obstante, el Circulo Ambiental de Venezuela (organización no gubernamental que reúne a expertos sin fines de lucro) advierte: “El presidente Chávez parece estar mal asesorado cuando se le induce a aseverar reiteradamente que la responsabilidad del país en el contexto del cambio climático es mínima porque sus emisiones de gases del efecto invernadero son insignificantes”.
Según el Círculo, tales afirmaciones se hallan “basadas en falsedades” o “medias verdades”. Reconocen que, en efecto, las emisiones netas de Venezuela por consumo de energía fósil apenas superaban los 150 millones de toneladas métricas de CO2 anuales en 2007.
A esto hay que añadirle más 140 millones de toneladas adicionales, consecuencia de la deforestación. El total es equivalente a apenas 1% de los 30 mil millones de toneladas de CO2 que se emiten a la atmósfera anualmente en todo el mundo.
“Sin embargo, debe tomarse en consideración el tamaño de la población, uno de los principales reclamos de los países en desarrollo en las negociaciones internacionales sobre cambios climáticos”, alertan.
Estados Unidos, por ejemplo, insiste en que sus emisiones son inferiores a las de China, y que por lo tanto los asiáticos deberían asumir compromisos proporcionales. Pero lo que el gobierno norteamericano calla es que las emisiones promedio de CO2 de sus ciudadanos (20 toneladas anuales por habitante en la actualidad) son cinco veces superiores a las de cada chino (cuatro toneladas anuales por habitante).
“Por eso, al tomar en cuenta el tamaño de la población, Venezuela destaca como uno de los países más contaminantes. Sus emisiones promedio ya en el 2007 se aproximaban a las 12 toneladas métricas de CO2 por habitante por año, superiores a las de Alemania, Japón o España, el doble de las de Francia y el triple de la de países como China, Argentina o Chile”, concluye el informe del Círculo Ambiental de Venezuela.
Todo eso, sin contar que Venezuela es el tercer mayor productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep).
Entendiendo que la combustión de los hidrocarburos es una de las principales fuentes emisoras de CO2, se puede inferir que el comercio de combustibles fósiles (aunque sean quemados en otros países) significa una responsabilidad indirecta.
La combustión de una tonelada de gas natural produce 2,1 toneladas de CO2, mientras que una de gasoil se transforma en 2,9 toneladas de dióxido de carbono.
Hiram Aguilar Espina
@aguilarespina