
Jorge Luis Borges es en la actualidad un tópico gigante de conversación entre los amantes de las letras. Considerado el mejor escritor del siglo XX, se quedó sin el Premio Nobel por no creer en la democracia y considerarla “un abuso de la estadística”.
Nació el 24 de agosto de 1899 en Ginebra, pero fue tan argentino como cualquiera de sus compatriotas: un poeta tremebundo cuyos cuentos desconcertaron a la humanidad y colocaron a Latinoamérica en el mapa de la lengua castellana.
A 113 años de su nacimiento y 26 de su muerte, Borges es admirado con carcajada por quienes han leído cualquier pedacito de su obra. ¡Es imposible que supiera tanto! Exclaman los que hoy en día el mundo valora como eruditos.
A los siete años de edad escribió un cuento titulado “La visera fatal” a partir de El Quijote. Bilingüe desde niño, a la misma edad desarrolló en inglés un resumen de la mitología griega. Fue creciendo y aumentando su genio: a los ochenta años le preguntaban si era cierto que hablaba finlandés y él respondía: “Bueno, chico, el finlandés que habla todo el mundo en la calle”.
Sabía tantas cosas que a veces se aburría y mentía. Crió fama y nunca se acostó a dormir: cuando decía la verdad la gente alababa sus conocimientos, y cuando le descubrían alguna mentira en sus textos: “¡Oh, maestro, es usted un genio de la ficción!“.
Dicen que el Premio Nobel perdió seriedad al no tener a Borges
Dicen que el Premio Nobel perdió seriedad al no tener a Borges, porque ese premio lo deciden los suecos y porque todo el mundo sabía que desde Shakespeare muy pocos pudieron lograr con el lenguaje lo que Borges.
Se quedó sin el premio por su apoyo a la dictadura chilena y por aquella entrevista en la que dijo que Argentina podría tener una democracia como en 200 ó 300 años, con lo que dio a entender que un pueblo ignorante siempre escogerá malos gobernantes.
En todo caso, asumió como suya toda la literatura universal, y un rol paternalista sobre cuanto se escribió durante el siglo XX. Haber escrito “carcajada” cinco párrafos más arriba no es una burla, porque sólo a través de la risa pueden soportar los letrados de hoy en día el carácter tal vez inalcanzable de sus sentencias.
En otro artículo les relaté cómo un encuentro entre Borges y Mick Jagger fusionó para siempre al rock and roll con las letras serias. El vocalista de los Rolling Stones se encontró al argentino almorzando en un hotel de Madrid y se arrodillo a sus pies: “Maestro, yo lo admiro”.
La sorpresa de Jagger fue que Borges sabía quién era él y hasta conocía las letras algunas de sus canciones. Es que Borges también era rockero: su esposa, María Kodama, develó en 1996 que al cuentista no le gustaba que le cantaran el tradicional cumpleaños, él prefería que sus amistades lo complacieran entonando alrededor de una torta la canción más emblemática de Pink Floyd: Another brick in the wall.
A Borges hay que leerlo todo. A mí me gustaría que usted leyera al menos sus poemas y libros como “El Aleph”, “Ficciones”, “El informe brodie” y “El libro de arena”. También algún ensayo: “Historia de la eternidad”, “El tamaño de mi esperanza”…
Novelas no escribió. Ni una. Él sostenía que hacer una era como dilatar, estirar, una historia sin necesidad. Qué bueno que no escribió esa novela que aún algunos buscan oculta entre papeles viejos, porque las cosas buenas, cuando más que buenas son maravillosas, es mejor que sean breves, pequeñas, y poderosas como el perfume y el veneno.
Algunas frases de Jorge Luis Borges
“Creo que con el tiempo mereceremos no tener gobiernos”.
“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído”.
“La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido”.
“El tiempo es la materia de la que he sido creado”.
“Las tiranías fomentan la estupidez”.
“La Historia Universal es la de un solo hombre”
“Estoy solo y no hay nadie en el espejo”.
“Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica”.
“Yo siempre seré el futuro Nobel. Debe ser una tradición escandinava”.
“Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única”.
“Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones”.
Un poema de Borges: Ajedrez
I
En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.II
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?
Especial Noticias24/Néstor Luis González