El Festival de Salzburgo permitió por primera vez que dos agrupaciones latinoamericanas interpretaran la Misa en Do Menor de Wolfgang Amadeus Mozart. Con Gustavo Dudamel en la dirección, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y la Coral Nacional Juvenil Simón Bolívar de Venezuela rompieron la rigidez del público austríaco, poco acostumbrado a aplaudir de pie como lo hicieron la noche del viernes durante cinco minutos en la Abadía de San Pedro.
La obra fue estrenada por Mozart hace 230 años justamente en ese lugar. Desde 1935, el Festival de Salzburgo da paso a esa composición por ser tradición escucharla cada verano en Austria. Las dos agrupaciones pertenecientes al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela tuvieron la responsabilidad de interpretarla ante un público expectante y conocedor de la obra compuesta por el pianista entre 1782 y 1783 como regalo para su esposa, Constanze Weber.
La acústica de la Iglesia de San Pedro pudo estar en contra de las dos agrupaciones venezolanas, complejidad que fue recocida por el maestro José Antonio Abreu en conversación con la prensa venezolana a la salida del concierto. Sin embargo, el efecto se transformó en la concentración de las voces de los coralistas y del sonido de instrumentos en tiempos precisos.
Al frente del altar, de los músicos y de los coralistas, Gustavo Dudamel marcaba la participación de cada intérprete con el diálogo silente entre sus manos y los jóvenes músicos venezolanos. El concierto permitió pausas en las que el público reveló la expectativa y la inquietud por seguir escuchándolos, además de la incesante búsqueda del momento de los aplausos. Los acompañaron las sopranos Anna Prohaska y Roberta Invernizzi, el tenor Mauro Peter y del barítono Florian Boesch.
Sonaba como un atrevimiento que agrupaciones de continentes distintos a Europa interpretaran a Mozart o a Mahler antes de la llegada de El Sistema a estos festivales de música clásica. Ahora, como en esta edición del festival, en Salzburgo han instalado vallas con fotos de la institución venezolana al igual que en el autobús que traslada a los músicos criollos con la frase “La música transforma”, escrita en alemán.
Tras terminar el concierto, cerca de las 10:00 de la noche, cuando apenas cae el sol en Salzburgo en estos días de verano, era el momento para que Dudamel compartiera una copa de vino con músicos internacionales y otros admiradores en el centro de la Abadía de San Pedro. Luego de unas cuantas fotos y de saludos en inglés, se marchó para estar preparado para el último concierto de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, pautado para hoy en el teatro Grosses Festspielhaus.
A la salida del concierto del viernes en la noche también se le vio a Marina Mahler, bisnieta del compositor alemán Gustav Mahler. Más que con un vestido negro sobre las rodillas, estaba vestida de amabilidad con la prensa venezolana y admiración por el Sistema, que dejó ver con su disposición hasta de hospedar en su casa a los integrantes de la orquesta. Hasta ahora, ha asistido a todos los conciertos que han ofrecido los músicos venezolanos en Salzburgo.
Aunque Europa ha sido consideraba la cuna de los grandes músicos, en el Festival de Salzburgo se ha manifestado una admiración por los venezolanos. Antes del fenómeno musical que ha inspirado El Sistema, al maestro José Antonio Abreu le tocó responder ante la prensa europea por qué no tocaban música propia. Su respuesta fue: “Tenemos nuestra propia música, pero también somos capaces de tocar cualquiera”. Quedó claro en el concierto este viernes en la noche, fue una muestra para Salzburgo del estilo venezolano imperante ahora en festivales internacionales.
Por Arturo J. Palencia.
Fotos: División de Prensa de Fundamusical Simón Bolívar.