
El estado Zulia, cuna de grandes talentos, se viste de gala cada 11 de noviembre para rendir un merecido homenaje a su hijo predilecto y héroe deportivo nacional: Luis Ernesto Aparicio Montiel, el primer venezolano exaltado al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown. Esta fecha no es casual, sino un emotivo tributo al icónico número 11 que Aparicio lució con orgullo en su uniforme a lo largo de su impresionante carrera en las Grandes Ligas (MLB).
La designación de esta fecha como el «Día de Luis Aparicio» en Maracaibo es un recordatorio de la profunda huella que dejó «Little Louie» en la historia del béisbol y en el corazón de todos los venezolanos.
Un campo corto de época
Nacido en Maracaibo el 29 de abril de 1934, Luis Aparicio heredó la pasión por el diamante de su padre, Luis Aparicio Ortega, «El Grande de Maracaibo». Su debut profesional en Venezuela se dio en 1953, pero su nombre resonaría a nivel global tras su llegada a la MLB en 1956 con los Medias Blancas de Chicago.
Durante 18 temporadas en la Gran Carpa (1956-1973), Aparicio redefinió la posición de campocorto. No solo fue considerado por la prensa especializada estadounidense como uno de los mejores y más veloces campocortos de todos los tiempos, sino que también se convirtió en un sinónimo de excelencia defensiva y velocidad explosiva en las bases.
Sus logros son una hazaña inigualable para un pelotero latinoamericano de su época:
Salón de la Fama: Fue el primer venezolano en alcanzar el templo de los inmortales en Cooperstown en 1984, un hito que inspiró a generaciones futuras, incluyendo a grandes como David Concepción y Omar Vizquel.
Guantes de Oro: Ganó 9 Guantes de Oro, un testimonio de su destreza inigualable en la defensa.
Líder estafador Lideró la Liga Americana en bases robadas durante nueve temporadas consecutivas, sumando 506 bases robadas de por vida. Este récord de longevidad como líder de estafas es una marca histórica.
Juegos de Estrellas: Participó en 10 Juegos de Estrellas.
El legado en Venezuela
Aparicio también dejó una marca indeleble en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional (LVBP). A pesar de su larga trayectoria en la MLB, se mantuvo activo en su país durante 13 temporadas, defendiendo las camisetas de equipos como Gavilanes BBC, Leones del Caracas, Tiburones de La Guaira, Águilas del Zulia y Cardenales de Lara.
Fue campeón de la LVBP en dos ocasiones con los Tiburones de La Guaira, demostrando que su compromiso con el béisbol venezolano se mantuvo firme. Su retiro del béisbol activo en 1973, tras una carrera legendaria, cerró un capítulo pero abrió uno nuevo: el de la inmortalidad.
Hoy, su nombre no solo da vida al estadio de béisbol de Maracaibo, el Estadio Luis Aparicio «El Grande», sino que también es el epónimo del «Premio Luis Aparicio», galardón que se entrega anualmente al mejor pelotero venezolano en la Gran Carpa, manteniendo viva su leyenda en el presente.
El 11 de noviembre es, por tanto, una jornada de profundo orgullo para el Zulia y toda Venezuela, al celebrar el legado de un hombre que con su talento, disciplina y humildad demostró que los sueños pueden volar tan alto como una pelota de home run en las Grandes Ligas
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