El tenis femenino español ha encontrado una nueva candidata en la eterna búsqueda de la sucesora de Arantxa Sánchez-Vicario y de Conchita Martinez: la venezolana Garbiñe Muguruza, de doble nacionalidad y corazón dividido.
«50-50», asegura al ser preguntada sobre si se siente más española o venezolana. Muguruza, de 19 años, alta, ancha de espaldas y de escaso recorrido en el circuito, lo que aún le hace ser espontánea, tiene dos pasaportes -madre venezolana y padre español- y aún no sabe con qué país disputará la Copa Fed.
El sábado derrotó a la danesa Caroline Wozniacki, ex número uno del mundo, en el torneo de tenis de Miami, lo que definió como «una de las mejores» victorias de su corta carrera. El triunfo llegó con las siglas ESP detrás de su nombre, así que de momento fue un triunfo para España.
Muguruza nació en Caracas y a los seis años se trasladó con su familia a Barcelona en busca de un futuro tenístico para sus dos hermanos mayores y para la pequeña, todos de nombre vasco. Asier e Igor, sin historial en la página web de la ATP, aparecen con la bandera de Venezuela.
En el club Mampote, cerca de Caracas, Garbiñe agarró su primera raqueta y recibió las instrucciónes de sus hermanos. En Barcelona pasó diez años en la academia del ex jugador Sergi Brugera hasta dar un paso más profesional de la mano de la Federación Catalana.
Muguruza tiene un revés paralelo muy destacable, además del juego de fondo y las incansables piernas tradicionales de los tenistas españoles. Cuando ve la red cerca llegan los problemas, así como cuando debe hablar en inglés: «Ay en english, ay, ay, ay».
Los octavos en Miami y los de la pasada semana en Indian Wells han hecho que el foco se dirija a ella. Las sombras de Sánchez-Vicario y Martínez continuamente presentes.
«Siempre están con eso, con que es un periodo en el que no hay jugadoras, pero no creo que sea tan cierto. Hay bastantes jugadoras que estamos en el top 100, pero no han sido tanto como Arantxa y Conchita, pero es que es muy difícil que haya jugadoras que lleguen al uno y el dos», defiende.
«Por un partido no significa que cambie todo», dice con cautela.
Su origen venezolano atrae a medios de ese país que le lanzan más elogios que preguntas y que incluso la ven con posibilidades para que Osmel Sousa, hacedor de Misses Universo y Misses Mundo, la hubiera convertido en una reina de la belleza.
Pero Muguruza, 73 del ranking y que buscará el lunes un puesto en cuartos ante la china Na Li, tiene otras metas.
«Todo lo que hago en mi vida es para ser de las top-top. Siempre quieres ser la número uno, es un sueño por el que estoy trabajando para que se haga realidad, tengo que creer en que puedo llegar a conseguirlo», afirma Muguruza, cuya juventud se pone de manifiesto al revelar quién es su ídolo: la suiza Martina Hingis. Hasta Steffi Graf parece prehistoria.
No tiene prisa en decantarse por qué país jugará la Copa Fed e incluso en un futuro los Juegos Olímpicos. «No me he decidido por cuál jugar, tengo mucho tiempo, no tengo que jugar ya (la Copa Fed), soy joven para tener tiempo para decidir, estamos viendo pros y contras. Dependerá de donde yo crea que tengo que ir a jugar», asegura.
Sabe que deportivamente tiene más posibilidades con España, aunque hay otros factores emocionales. «Son tantos, muchos».
Pero mientras en el marcador siga con las siglas ESP y continúe venciendo a rivales como Wozniacki seguirá siendo la candidata mejor situada para suceder a las recordadas Sánchez-Vicario y Martínez.
Vía DPA