
La selección dirigida por Fernando Batista se prepara hoy para un duelo clave contra Argentina en el Monumental, con la meta de sellar una histórica clasificación al Mundial 2026.
Venezuela llega a este crucial encuentro con un objetivo claro: defender su puesto en la zona de repechaje. Con 18 puntos y a falta de dos partidos, la Vinotinto mantiene vivas sus esperanzas de alcanzar por primera vez una Copa del Mundo. El camino no será fácil, ya que el equipo de Batista tiene que jugar contra Colombia en Maturín y, además, debe estar atento a Bolivia, que se encuentra un punto por debajo en la tabla.
Un equipo compacto y ordenado
El crecimiento de la selección venezolana se basa en su solidez y disciplina táctica. El equipo ha desarrollado un bloque defensivo medio-bajo muy compacto, con líneas cercanas que protegen el carril central. Aunque a veces intentan una presión alta, rápidamente se reagrupan y vuelven a su posición si no logran recuperar el balón, una estrategia que les ha funcionado especialmente bien en partidos como los disputados contra Ecuador y Uruguay.
El sistema de juego habitual es un 4-5-1 o 4-1-4-1, donde el volante de contención actúa como hombre libre, facilitando la conexión con los centrales. La defensa se escalona de manera efectiva, con los laterales cerrándose y los mediocampistas posicionales cubriendo las líneas de pase.
La apuesta ofensiva: velocidad y transiciones rápidas
Si bien el fuerte de Venezuela es su solidez defensiva, sus virtudes ofensivas se concentran en el ataque directo y las transiciones rápidas. El plan de ataque se construye a partir de dos pilares:
Salomón Rondón como referencia constante, quien fija a los defensores rivales y abre espacios para que los mediapuntas jueguen de frente.
La velocidad de los extremos, como Yeferson Soteldo, que ensanchan la cancha y desequilibran en el uno contra uno.
A pesar de su solidez, el equipo enfrenta un desafío cuando los rivales logran acelerar por el centro, dejando la última línea expuesta y forzando un repliegue de emergencia. Sin embargo, la apuesta es clara: reducir espacios interiores, obligar al rival a jugar por las bandas y confiar en la capacidad de sus centrales en el juego aéreo.
Vía TyC/Diario República.com



