
El fútbol argentino y sudamericano se encuentra de luto tras el fallecimiento de Miguel Ángel Russo, director técnico de Boca Juniors, a los 69 años de edad. Russo, cuya figura se consolidó como un emblema de compromiso y liderazgo sereno, dejó de existir este miércoles, dejando un vacío inmenso en el club Xeneize y en la historia del deporte.
Miguel Ángel Russo, nacido el 9 de abril de 1956, libró una batalla silenciosa contra persistentes problemas de salud en los últimos años. A pesar de haber superado un cáncer de próstata en 2017, su salud se debilitó en los meses recientes. Su amor incondicional por el fútbol lo mantuvo activo en el banco de suplentes de Boca Juniors hasta que su estado se agravó la última semana.
El club confirmó su partida con un comunicado emotivo, despidiendo a un hombre que dejó una «huella imborrable» en la institución. A lo largo de su carrera, Russo encarnó los valores del esfuerzo silencioso y la resiliencia, volviendo al campo con su vocación intacta incluso después de recibir atención médica.
El vínculo de Russo con Boca Juniors fue particularmente especial y glorioso: fue el estratega detrás de la inolvidable conquista de la Copa Libertadores 2007, una gesta que deslumbró al continente y permanece grabada en la memoria de los aficionados.
Más allá de sus logros técnicos, Miguel Ángel Russo será recordado por sus cualidades humanas: su calidez, su humildad y su profundo respeto por la profesión. Nunca buscó el protagonismo, pero su sola presencia lograba inspirar.
Boca Juniors pierde a su entrenador, pero el fútbol argentino despide a uno de sus más grandes maestros. Miguel Ángel Russo se va en cuerpo, pero su legado de temple y pasión perdurará en cada rincón de La Bombonera y en el corazón de quienes entendieron que el fútbol se juega, ante todo, con el alma.
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