
De perdidos, al río. el Barça estaba perdiendo el partido (1-2) tras un par de errores defensivos y Tito Vilanova, el técnico removió todo el entramado táctico, sacó a Alves, ordenó una defensa de tres sin defensas puros (no lo son Mascherano, Song ni Adriano), jugó con cuatro en el centro del campo, con Messi por detrás de los tres delanteros (Pedro, Alexis, que habia entrado por Alves, y Tello) para remontar un partido que tenía perdido. Y lo consiguió.
Gracias, eso sí, a la inspiración de Tello, que quebró la resistencia del Spartak con un par de regates en el área antes de darle el balón a Messi. Era el 2-2. Un mensaje insólito Luego, en otra acción del valor de los extremos, entre Villa, Pedro y Alexis se iban pasando el balón hasta que apareció Messi para cabecear el 3-2 definitivo gracias a una excelente jugada colectiva, mientras el Camp Nou lanzaba un mensaje tan insólito como inesperado:
"¡Independencia, Independencia!" Ese grito atronó en el estadio azulgrana en dos ocasiones aprovechando los minutos finales de un encuentro volcánico que el Barça empezó ganando gracias al gol de Tello, luego vio como lo remontaba el Spartak y, en el tramo final, entre la revolución táctica de Tito, el descaro de Tello y los goles de Messi le bastaron para lograr tan valioso triunfo. Un Spartak muy físico En la primera mitad, se impuso la fuerza física del Spartak de Moscú.
Unai Emery es un técnico que conoce bien, muy bien al Barcelona. Ya sea con Guardiola o con Tito.
Además, nada más iniciarse el encuentro, el equipo azulgrana perdió a Piqué por lesión. Fue a disparar a la salida de un córner y sufrió un golpe que le envió al vestuario antes de tiempo. De esta manera, salió Song viviéndose una inédita pareja de centrales junto a Mascherano.
En apenas cinco días, se le han lesionado Puyol (en Getafe) y ahora Piqué (en el Camp Nou).
Extremo puro
No era un partido fácil, tenía que masticarlo con calma y, sobre todo, con precisión el Barcelona. Hasta que llegó Tello, quien arrancó desde la banda izquierda, como un extremo puro, pero se vino hacia una esquina del área y lanzó un imponente y curvado derechazo, que se coló en la meta rusa.
Un golazo, se mire por donde se mire. Por el atrevimiento en el disparo, desde fuera del área, por la potencia del tiro y, especialmente, por la precisión ya que la pelota se iba alejando del elástico Dykan, el meta del Spartak.
Errores defensivos
El Barça había hecho lo más difícil, pero luego, de manera inesperada, se enredó en un colectivo error defensivo. Adriano fue superado por potencia, Song no cerró el centro ruso y Alves, para completar toda esa desgracia resumida en una sola acción, se metió el gol en propia puerta para desesperación de Valdés.
De repente, el Barça veía como un partido que creía tener controlado se le complicó de mala manera. En el cuarto de hora final de la primera mitad, el Barça ya se enredó demasiado con la pelota porque el equipo de Emery iba teniendo cada vez más fuerza, empujado anímicamente por ese autogol de Alves.
Así se llegó al descanso con Tito intentando buscar soluciones para abrir el entramado defensivo del Spartak de Moscú. Y las encontró con esa apuesta que podía parecer suicida, el 3-4-3, pero era lo único que le quedaba para ganar un partido decisivo que tenía perdido a 20 minutos del final.
Vía El Periódico