
El reconocido economista y director de Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, ofreció un análisis profundo sobre las perspectivas económicas de Venezuela para el año 2026, destacando que el desempeño nacional estará íntimamente ligado a la evolución de la dinámica geopolítica global y, de forma crucial, a la estabilidad política interna. Su diagnóstico subraya que la economía venezolana se encuentra en un punto de inflexión donde las decisiones políticas determinarán el rumbo financiero del país.
En su exposición, Oliveros enfatizó que la geopolítica no es un factor secundario, sino un motor determinante para el acceso a mercados y la capacidad de generación de divisas. De mantenerse el actual escenario de elevada confrontación política, el panorama económico para el primer trimestre de 2026 se presenta sombrío.
»Si el statu quo de alta confrontación se mantiene, el desempeño económico del primer trimestre va a ser muy negativo, especialmente en términos de inflación y en la ampliación de la brecha cambiaria,» advirtió Oliveros. Este clima de incertidumbre desalienta la inversión y complica las operaciones comerciales esenciales para la salud financiera del país.
El vínculo ineludible entre política y economía
La clave para mitigar esta situación, según el experto, reside en un «proceso de normalización de la dinámica política.» Un cambio de rumbo hacia una mayor estabilidad podría desatar un efecto dominó positivo. Resolver la brecha cambiaria y política permitiría a Petróleos de Venezuela (PDVSA) «vender el crudo en condiciones más normales,» facilitando un flujo de divisas más estable y predecible.
Oliveros fue categórico al afirmar que «ese respiro económico pasa fundamentalmente por lo político.» La economía, en este contexto, no puede desvincularse de la esfera de las decisiones gubernamentales y las relaciones internacionales. La persistente incertidumbre actual tiene «consecuencias económicas directas,» impactando negativamente «la capacidad de las empresas para planificar, invertir y decidir qué hacer» a mediano y largo plazo.
El impacto de la incertidumbre en el ciudadano
Las consecuencias de esta inestabilidad se trasladan directamente al comportamiento del ciudadano común. Según detalló el director de Ecoanalítica en una entrevista con el periodista Román Lozinski, la falta de claridad en el horizonte económico lleva a las personas a una postura de autoprotección financiera.
»Esta situación lleva a los ciudadanos a atrincherarse, a protegerse, incluso a cualquier precio, en el mercado cambiario,» explicó. Este comportamiento genera una «presión de demanda de divisas que no cesa,» alimentando la volatilidad del tipo de cambio paralelo y complicando los esfuerzos por estabilizar la economía.
La amenaza constante de la Inflación
Otro elemento de gran preocupación que se proyecta para 2026, y que ya fue visible durante 2025, es la inflación. Oliveros alertó sobre una posible «aceleración muy importante» de este indicador. Recordó que la inflación interanual, incluso en períodos de relativa calma, sigue siendo excepcionalmente alta.
»En esta misma época del año pasado, la inflación era de 50%,» recordó el economista. Una inflación de esta magnitud «merma de forma constante el poder adquisitivo» de los venezolanos, un problema que requiere una atención urgente y soluciones estructurales que solo pueden provenir de una base política y económica estabilizada.
En resumen, el análisis de Asdrúbal Oliveros posiciona al 2026 como un año de retos mayúsculos, donde el desempeño de Venezuela dependerá menos de las fuerzas del mercado tradicionales y mucho más de la capacidad del país para navegar las complejas aguas de la geopolítica y, sobre todo, alcanzar un nivel de estabilidad política que permita la normalización de las operaciones económicas vitales.
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