
La reciente acción de Estados Unidos de incautar un petrolero vinculado a Venezuela ha inyectado una nueva dosis de incertidumbre geopolítica en el mercado global de crudo, impactando directamente las exportaciones de la nación sudamericana y tensando aún más el comercio internacional de energía. No obstante, en Pekín, el principal destino del petróleo venezolano, la respuesta del mercado es de relativa calma en el corto plazo. Analistas y operadores coinciden en que el gigante asiático se encuentra blindado contra el impacto inmediato gracias a una robusta combinación de inventarios estratégicos, una oferta alternativa abundante y una demanda interna que se mantiene moderada.
Antes de la confiscación del buque y la escalada de tensiones, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) había intensificado significativamente sus envíos hacia Asia, anticipando de forma táctica la posibilidad de nuevas y más severas sanciones. Este flujo acelerado, sumado a los volúmenes constantes de crudo que ingresan a China provenientes de otros países sancionados como Rusia e Irán, ha creado un amplio colchón de suministro. Este inventario adicional es vital para las refinerías independientes chinas —conocidas como «teteras»—, que son las principales compradoras del Merey, el crudo pesado insignia de Venezuela.
Firmas especializadas en análisis marítimo y de energía estiman que las importaciones chinas de crudo Merey podrían haber superado la marca de los 600.000 barriles diarios en el mes de diciembre, una cifra que, de confirmarse, establecería un nuevo récord mensual. Una porción significativa de estos cargamentos ha quedado almacenada en la modalidad de almacenamiento flotante en buques fondeados cerca de puertos asiáticos, una clara señal de que el mercado opera con una holgura considerable. Desde septiembre, el volumen de almacenamiento flotante en Asia ha experimentado un alza notable, ejerciendo una presión a la baja sobre los precios de los crudos pesados y ácidos, que ya se transan con fuertes descuentos.
El desafío a mediano plazo para las refinerías
Aunque la cuota venezolana representa estadísticamente solo una fracción del total de importaciones de crudo de China —el mayor importador mundial—, su importancia es alta para un nicho específico de refinerías. Para las «teteras» que han configurado sus procesos en torno a las características únicas y el bajo costo del Merey, las alternativas no son ni inmediatas ni económicamente competitivas.
Crudos comparables de orígenes como Canadá o Colombia, si bien son técnicamente sustituibles, resultan sustancialmente más costosos en la actualidad debido a los fletes y las dinámicas de precios regionales. Además, su disponibilidad para reemplazar un volumen tan grande como el venezolano no es ilimitada. Algunas empresas chinas ya han iniciado gestiones para diversificar parcialmente sus fuentes de suministro como una medida de mitigación de riesgos geopolíticos. Sin embargo, el reajuste y la optimización de las refinerías para procesar nuevos grados de crudo es un proceso de inversión que necesariamente tomará tiempo.
El consenso entre los expertos apunta a que el impacto real y pleno de la incautación de buques y las nuevas tensiones comerciales comenzará a sentirse no antes del primer trimestre de 2026, específicamente a partir de febrero o marzo. Será entonces cuando los cargamentos pre-sanciones, que actualmente inundan el mercado flotante, se agoten. Hasta ese momento, la combinación de elevadas existencias, la continua afluencia de crudo proveniente de naciones bajo sanciones y una demanda que estacionalmente tiende a ser más débil en invierno, seguirá actuando como un poderoso amortiguador para la economía china y su seguridad energética.
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