
El presidente colombiano Juan Manuel Santos, de 65 años, apostó todo su capital político para intentar poner fin a medio siglo de guerra interna en Colombia, un sueño inconcluso que recibió este viernes el espaldarazo del premio Nobel de la Paz.
El Comité Nobel noruego atribuyó su influyente galardón a este incansable defensor del camino negociador, que dice no querer claudicar en su meta a pesar del resultado negativo del plebiscito a que sometió su propuesta de paz.
Santos fue galardonado este viernes con el Nobel de la Paz por sus «esfuerzos tenaces para poner fin a una guerra civil de más de 50 años», pese al triunfo del no en el plebiscito sobre el acuerdo con la guerrilla de las FARC.
«Existe un peligro real de que el proceso de paz se interrumpa y de que la guerra civil se reanude», lo que hace «todavía más urgente el respeto del alto el fuego por las partes, encabezadas por el presidente Santos y el jefe de la guerrilla de las FARC Rodrigo Londoño», conocido como Timochenko, declaró la presidenta del Comité Nobel noruego, Kaci Kullmann Five.
«El hecho de que una mayoría de votantes dijera no al acuerdo de paz no significa necesariamente que el proceso de paz esté muerto», argumentó Kullmann Five. «El referéndum no era una votación a favor o en contra de la paz», agregó.
Contra todo pronóstico, un 50,21% de los colombianos se opusieron el pasado domingo al acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre por el presidente Santos y Timochenko tras casi cuatro años de conversaciones de paz en La Habana.
El premio, que consiste en una medalla de oro, un diploma y un cheque de ocho millones de coronas suecas (unos 950.00 dólares), será entregado en Oslo el 10 de diciembre, fecha de aniversario de la muerte de su fundador el inventor e industrial sueco Alfred Nobel (1833-1896).
El año pasado, el Nobel de la Paz fue para el Cuarteto para el Diálogo Nacional Tunecino, actores de la sociedad civil que permitieron salvar la transición democrática en Túnez.
Este año el instituto Nobel noruego había recibido no menos de 376 candidaturas para el premio Nobel de la paz, un centenar más que el récord anterior (278).
«Seguiré buscando la paz hasta el último minuto de mi mandato porque ese es el camino para dejarles un mejor país a nuestros hijos», decía el domingo tras la bofetada del veredicto popular a la opción que preconiza.
Muchos cuestionaron a Santos por su empeño de validar en las urnas el histórico acuerdo con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas). Pero el jefe de Estado se mantuvo firme.
La paz con las FARC, la mayor y más antigua guerrilla de América, «requería coraje, audacia, perseverancia y mucha estrategia: las cualidades y fortalezas de Santos», dijo a la AFP Mauricio Rodríguez, su cuñado y consejero desde hace más de 20 años.
Bogotano proveniente de una familia de alcurnia, que siempre anheló conducir los destinos de su país, Santos puede ahora valerse del prestigio del Nobel para buscar revivir su esfuerzo de pacificación a través de la salida negociada, meta que empezó a trazar antes incluso de iniciar su carrera política en 1991.
«Extremo centro»
Como periodista, ganó el premio Rey de España con unas crónicas sobre la Revolución Sandinista en Nicaragua. Ese trabajo «nos marcó profundamente a ambos», ha dicho el mandatario sobre la investigación que realizó con su hermano Enrique, también clave en el proceso de paz con las FARC que se instaló formalmente en 2012, pero se inició confidencialmente apenas Santos asumió su primer mandato en 2010.
Para cuando se estrenó en la Casa de Nariño, este político que se autodefine de «extremo centro» ya había perseguido con implacable crudeza a las FARC como ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe y, tras descabezar a su cúpula, se alistaba para dialogar desde una posición de fuerza.
Hizo la guerra para alcanzar la paz, han señalado analistas. Pero su viraje le costó no pocas críticas como «traidor» a la doctrina de mano dura de Uribe, quien desde entonces es su más feroz opositor, fortalecido tras el plebiscito.
Aunque hace apenas unos días aseguraba no buscar el Nobel, la recompensa llega como bastante más que un premio consuelo en momentos en que el presidente debilitado busca una salida para la reconciliación de Colombia, azotada por décadas de violencia de guerrillas, paramilitares y fuerzas estatales que han causado ocho millones de víctimas, entre ellos 260.000 muertos.
Un pragmático obstinado
«Inmensamente racional», según sus más allegados, el hombre que sigue decidido a lograr la paz de Colombia, ha sido cuestionado por su imagen de frialdad, falta de carisma y escasos dotes de comunicador.
Pero nada parece detenerle: suele madrugar y trasnochar. Superó un cáncer de próstata en 2012 y se sometió a fines de 2013 a una cirugía para levantar sus párpados y mejorar su visión.
Admirador de Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Nelson Mandela, lector voraz y declarado cinéfilo, Santos ha dicho que su verdadera fortaleza proviene de la familia que fundó en 1988 con María Clemencia Rodríguez, «Tutina», madre de sus tres hijos. Son «mis Santos», afirma.
Para muchos su obstinación de pragmático contumaz y su fama de político «hábil» allanarán sin duda el camino en esta nueva etapa.
«Santos no es un jugador de póker como dicen. Es un jugador de bridge», comentó alguien que conoce bien al presidente. «Y en el bridge no siempre gana quien tiene la mejor mano».
Vía Panorama/www.diariorepublica.com