
Un mantis religiosa Springbok macho en busca de sexo durante el periodo de apareamiento no tiene que preocuparse de que una hembra le robe el corazón. Sin embargo, hay una gran probabilidad de que ella le arranque la cabeza de un mordisco o lo decapite, y él lo sabe. De hecho, el 60% de los encuentros sexuales entre Springboks, una de las casi 2.000 especies de mantis en todo el mundo, terminan en que los machos son comidos como bocadillo después de practicar el sexo.
“Los machos juegan a la ruleta rusa siempre que encuentran hembras caníbales”, explicó Nathan Burke, entomólogo de la Universidad de Auckland y experto en rituales de apareamiento de mantis. Todas las mantis masculinas muestran extrema precaución al acercarse a una posible pareja. Difícil culparlos, pues en su tiempo de apareamiento no pueden evitar saciar su apetito sexual.
Pero mientras que la mayoría se acercará sigilosamente por detrás o distraerá a la hembra con un bocado sabroso, el Springbok tiene una estrategia completamente diferente -que no había sido descubierta previamente- para mantenerse con vida, según los hallazgos publicados el miércoles en la revista Biology Letters.
“Bajo la amenaza de un ataque caníbal, los machos intentan someter a las hembras inmovilizándolas en luchas violentas”, afirmó Burke, co-autor del estudio con su colega Gregory Holwell.
Los hombres que ganan la pelea de amantes tienen muchas más probabilidades de lograr consumar la relación, “lo que sugiere que la lucha es tanto una táctica de apareamiento como una táctica de supervivencia”, agregó el especialista.
La clave de la victoria, según los experimentos de gladiadores con 52 pares de mantis, fue golpear primero. Si el macho fue más rápido en el sorteo y agarró a la hembra con sus patas delanteras raptoriales dentadas, tiene un 78% de probabilidades de escapar ileso.
Y cuando, además, el macho le infligió una herida grave pero no fatal en el abdomen, mantuvo la cabeza en todo momento. “Me sorprendió mucho descubrir que los machos hieren a las hembras mientras intentan someterlas para el apareamiento”, enfatizó Burke. “Nunca antes se había observado nada parecido en una mantis”.
Sin embargo, si la hembra agarraba primero, los machos siempre terminan asesinados y devorados por esta (la hembra siempre es más grande que el macho).
La reproducción sexual
En general, los hombres obtuvieron los mejores resultados en más de la mitad del tiempo en estas justas, que duraron 13 segundos en promedio. Ganar el partido no condujo automáticamente al apareamiento: el apareamiento se produjo solo en dos tercios del tiempo, e incluso entonces el macho terminó en el estómago de la hembra la mitad del tiempo.
La mantis Springbok verde brillante, también conocida por su nombre etimológico como Miomantis caffra, es nativa del sur de África, pero se ha extendido a Nueva Zelanda, el sur de Europa y California, probablemente a través del comercio de mascotas. Los nutrientes que se obtienen cuando una mantis religiosa hembra se come a su pretendiente benefician a su descendencia a medida que van creciendo.
El canibalismo sexual, cuando la hembra de una especie consume al macho durante o después del apareamiento, también se conoce entre las arañas, como la viuda negra y los escorpiones. Por lo general, los machos más pequeños hacen lo que pueden para evitar ser devorados, incluso hacerse el muerto para ser perdonados.
Pero las mantis Springbok hembras tienen otro truco bajo la manga puntiaguda: la capacidad de reproducirse asexualmente o sin la ayuda de los machos. “Pueden producir clones de sí mismos si no se aparean”, relata el entomógolo.
Tener este respaldo del Plan B plantea una pregunta interesante: si las hembras son tan buenas canibalizando a los machos y pueden reproducirse sin sexo, ¿cómo siguen existiendo los machos?
“Eso es lo que me motivó a mirar tan de cerca las tácticas de apareamiento de los machos”, admitió el experto. La teoría del conflicto sexual, según explica, nos dice que los machos en esta situación deberían desarrollar contramedidas para ayudarlos a aparearse y mantenerse relevantes.
Y, efectivamente, eso es lo que encontraron los investigadores.
“Es un ejemplo fascinante de cómo el conflicto sexual puede conducir a la evolución de tácticas de apareamiento que ayudan a un sexo pero obstaculizan al otro”, concluyó con hipótesis el investigador en materia.
Con Datos de Infobae/Diario República
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