Adiós a los juramentos de amor eterno encadenados sobre el Sena: la alcaldía de París empezó a retirar el lunes los cientos de miles de «candados del amor» que las parejas colgaban en el célebre Puente de las Artes .
Punto final para las barandas sobrecargadas de cerrojos de todos los tipos y colores. Ya no habrá llaves lanzadas teatralmente al río.
La pasarela respira, liberada de entre 700,000 y un millón de objetos metálicos, que pesaban en total 45 toneladas. Hace un año, una parte del enrejado de la baranda se cayó, vencida por el peso del amor.
«París debe seguir siendo la capital del amor…Que las parejas sigan declarándose su pasión, pidiéndose matrimonio, quizás en el Puente de las Artes. Pero, por favor, no poniendo candados», exhorta Bruno Julliard, vicealcalde de la capital a cargo de la Cultura.
Desde el lunes por la mañana, los servicios municipales trabajan en el puente, cortando con sierras especiales para metales las rejas con candados y cargándolas en camiones.
Las peligrosas toneladas del amor
«Yo puse aquí un candado hace diez años», recuerda, nostálgico, Feruccio, un italiano de 43 años que visita París con su esposa.
Yilmaz puso un candado en 2010 y considera que retirarlos es «como si se sacara el patrimonio de París, un patrimonio creado por la gente». «Es un arte del pueblo. Eso era lo bello», afirma.
Temiendo un accidente ante el peso agregado al puente, dos norteamericanas lanzaron en marzo de 2014 una petición «no love, no lock», que fue firmada por 10.000 personas, en reclamo del retiro de los cerrojos que «afearon» el puente.
El rito de los candados que simbolizan el amor eterno habría empezado en Roma, popularizado por dos novelas rosas en la que los personajes ponen uno con sus nombres en el farol de un puente y tiran la llave al Tíber.