Turquía amplió el domingo una purga contra sospechosos de alentar un fallido golpe militar, al elevar a 6.000 el número de personas detenidas en las fuerzas armadas y el poder judicial, mientras el Gobierno sostiene que mantiene por completo el control del país y de su economía.
Partidarios del mandatario Tayyip Erdogan se congregaron frente a su casa en Estambul para pedir que quienes se alzaron contra el Gobierno afronten la pena de muerte, que Turquía derogó en 2004 como parte de sus esfuerzos para sumarse a la Unión Europea.
«No podemos ignorar esta demanda», dijo Erdogan. «En las democracias hay que hacer lo que pide el pueblo».
Imágenes en las redes sociales mostraban a soldados detenidos sin ropas de la cintura hacia arriba y a algunos usando solamente ropa interior, esposados en el piso de un complejo deportivo en Ankara. En un video en Twitter se veía a algunos generales detenidos con moretones.
Akin Ozturk, jefe de la Fuerza Aérea hasta 2015 e identificado por las autoridades como uno de los sospechosos de planear el intento de golpe, estaba entre los encarcelados.
El Ministerio de Relaciones Exteriores dijo que los hechos dejaron unos 290 muertos, entre ellos más de 100 rebeldes, y 1.400 heridos. La violencia sacudió al país de 80 millones de habitantes que alguna vez fue visto como un modelo de democracia musulmana y donde el estilo de vida ha mejorado de forma sostenida por más de una década.
Lo ocurrido también elevó la frágil confianza entre los aliados de Turquía sobre la seguridad en el país, un miembro de la OTAN y que tiene un rol protagónico en la campaña liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico.
Turquía ha sufrido varios atentados con bombas en el último año y tiene problemas para controlar a los separatistas kurdos. Políticos europeos advirtieron a Erdogan que el intento de golpe no le otorgaba un cheque en blanco para contravenir las leyes y que podría aislarse de la comunidad internacional con sus acciones para consolidarse en el poder. La cadena NTV citó al ministro de Justicia, Bekir Bozdag,dijo que se esperaban más arrestos además de las 6.000 personas que ya han sido detenidas.
Las autoridades pusieron bajo custodia a casi 3.000 sospechosos de participar en la rebelión, desde soldados rasos a comandantes, y al mismo número de jueces y fiscales, después de que el sábado las fuerzas leales a Erdogan sofocaran el alzamiento. Entre los arrestados se encuentra el general Bekir Ercan Van, comandante de la base aérea de Incirlik, utilizada por aviones de combate estadounidenses para lanzar bombardeos contra el Estado Islámico en Siria e Irak, dijo un funcionario.
El Pentágono dijo más tarde que se habían reanudado las operaciones desde la instalación contra el grupo rebelde islamista. El asesor de las fuerzas militares para la presidencia turca, Ali Yazici, también fue arrestado, reportó CNN Turk.
El domingo, las fuerzas de seguridad chocaron contra los restos de las fuerzas que intentaron hacerse con el poder en el segundo aeropuerto de Estambul y en una base aérea del centro del país, dijo un funcionario, que remarcó que la situación estaba controlada.
UN REGALO DE DIOS La purga gubernamental parece diseñada también para intensificar los esfuerzos de Erdogan por aplacar la influencia de los seguidores del clérigo musulmán Fethullah Gulen, quien vive en Estados Unidos. Erdogan acusa a los partidarios de Gulen, que alguna vez fue su aliado pero ahora es su rival político, de tratar de crear una «estructura paralela» al interior de las cortes, la policía y las fuerzas armadas con el objetivo de derrocarlo.
El clérigo niega que eso sea cierto. Erdogan advirtió con ordenar una «limpieza» de las fuerzas armadas incluso antes de sofocar del todo el intento de golpe.
«Pagarán un alto precio por esto», afirmó. «Este levantamiento es un regalo de Dios para nosotros porque será el motivo para limpiar nuestro Ejército», agregó.
En una manifestación la noche del sábado, sus partidarios ya habían exigido que los gestores del golpe sean ejecutados. «¡Qué los cuelguen!», coreó una multitud en la plaza de Kizilay en el centro de Ankara.
Los críticos de Erdogan sostienen que se valdrá de la purga para crear un sistema judicial dócil, al eliminar todas las voces disidentes en los tribunales. Algunos políticos europeos expresaron su disconformidad con los eventos ocurridos tras el alzamiento fallido. «Queremos que la ley se respete por completo en Turquía», dijo el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Marc Ayrault.
«(El intento de golpe) No es un cheque en blanco para el señor Erdogan. No puede haber purgas, la ley debe acatarse», afirmó a la cadena de televisión France 3. Ayrault dijo que los ministros de la UE reiterarán el lunes cuando se reúnan en Bruselas que Turquía – que busca sumarse el bloque – debe cumplir con los principios democráticos de Europa. El comisario europeo Günther Oettinger dijo que Erdogan alejaría a Turquía de los valores esenciales de la UE y de la alianza militar OTAN si usa el intento de golpe para restringir más los derechos democráticos básicos de sus ciudadanos.
«Él fortalecería su posición a nivel doméstico, pero se aislaría internacionalmente», declaró Oettinger, un aliado de la canciller alemana, Angela Merkel, al diario Welt am Sonntag.
Algunos políticos europeos también han expresado inquietud por el futuro de un acuerdo entre la UE y Ankara que ha ayudado a reducir el número de inmigrantes que cruzan la frontera turca para llegar a la vecina Grecia.
Vìa Panorama / www.diariorepublica.com