La Policía china ya ha identificado a un sospechoso del incendio en un autobús de Xiamen, al este del país en la provincia de Fujian, que ayer se cobró 47 vidas. Según informa la agencia estatal de noticias Xinhua, el fuego se desató a las seis y veinte de la tarde (dos y veinte de la tarde en España), en plena hora punta y cuando el vehículo iba casi lleno con 90 pasajeros.
Además de los fallecidos, 34 viajeros resultaron heridos por las llamas o por inhalación de humo y han sido hospitalizados. Entre ellos había 15 estudiantes, de los cuales sólo se han salvado siete. Los otros ocho aún deben ser identificados, al igual que el resto de víctimas.
La Policía ha abierto una investigación al sospechar que el fuego fue provocado, ya que las llamas fueron originadas con gasolina y el autobús funciona con gasóleo. Además, ni su depósito de combustible ni sus ruedas estaban dañados antes del incendio. Inspeccionando las bolsas que llevan los pasajeros, la Policía ya ha reforzado la seguridad en las líneas de autobús de Xiamen, que cada día transportan a más de 265.000 personas en esta agradable ciudad costera de 3,6 millones de habitantes.
Ataques de agraviados por injusticias
Esta nueva tragedia ha vuelto a sobrecoger a China cinco días después del incendio que se cobró 119 vidas en un matadero de aves de Jilin, al noreste del país. A la espera de que la Policía determine las causas del incendio del autobús, la investigación sugiere que podría tratarse de un acto criminal. En 2008, poco antes de los Juegos Olímpicos de Pekín, dos autobuses estallaron en la ciudad sureña de Kunming y otro más lo hizo en Shanghái, dejando en total cinco muertos. Por lo general, dichos ataques contra transportes públicos suelen ser obra de agraviados por alguna injusticia social que escogen tan mortífera manera de descargar su rabia para protestar. En enero de 2005, un minero de la región musulmana de Xinjiang se inmoló con dinamita en otro autobús lleno de pasajeros, matando a diez personas. El motivo: protestar por no haber conseguido una indemnización tras perder los dedos de una mano en un accidente laboral.
Vía BBC Mundo