
El Ejército israelí anunció la apertura del cruce de Zikim, situado en el noroeste de la Franja de Gaza, sumándose a los pasos de Kerem Shalom y Kissufim en un esfuerzo por aliviar la grave crisis de suministros que azota el enclave palestino. Sin embargo, la medida es considerada insuficiente por organizaciones internacionales, que alertan sobre el incumplimiento de los compromisos de ayuda y la persistencia de una catástrofe humanitaria.
El cruce de Zikim, habilitado por el organismo militar israelí COGAT, es visto como un punto de acceso vital, especialmente para las regiones del norte de Gaza, donde la escasez es más aguda. Este paso busca facilitar el ingreso de ayuda de la ONU y otras ONG internacionales.
Rafah cerrado: Obstáculo político y militar
A pesar de la apertura de nuevas rutas, el cruce de Rafah, la principal puerta de entrada no controlada por Israel en el sur, permanece cerrado. Israel justifica esta clausura por la presencia de milicianos de Hamas en la zona, dificultando su operatividad.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha ligado explícitamente la apertura de Rafah al retorno de los secuestrados por Hamas, añadiendo un significativo obstáculo político a la normalización de la situación. Esta postura mantiene la crisis humanitaria entrampada en las negociaciones de seguridad y rehenes, a pesar del acuerdo de alto el fuego del 10 de octubre que prometía una flexibilización parcial del bloqueo.
Crisis de suministros: Una fracción de lo necesario
Las cifras de la ayuda que ingresa a Gaza están muy lejos de cubrir las necesidades básicas de la población. El acuerdo de alto el fuego estipulaba el ingreso diario de entre 500 y 600 camiones con suministros. No obstante, el Programa Mundial de Alimentos reporta que actualmente solo se están entregando alrededor de 750 toneladas de ayuda al día, lo que contrasta drásticamente con las 2.000 toneladas estimadas como necesarias para la población.
La insuficiencia de ayuda ha provocado que la hambruna afecte a cerca de 500.000 personas en el norte de Gaza, quienes no han recibido alimentos de forma adecuada desde el mes de julio.
Las condiciones de vida en el enclave son extremas. Los palestinos desplazados en campamentos improvisados carecen de acceso a recursos básicos. Ibrahim Al-Jamri, un residente de Gaza, describe la situación: «El agua potable es casi inexistente. Hemos tenido que recurrir a agua filtrada hasta para bañarnos, después de más de un mes sin suministro».
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, la población local, como ha señalado Al-Jamri, mantiene un profundo escepticismo, sintiendo que las promesas de mejora no se han materializado y que la crisis humanitaria permanece sin solución. La prioridad para las autoridades y organizaciones sigue siendo garantizar un acceso sostenido e ininterrumpido a todos los puntos fronterizos para evitar un colapso total.
www.diariorepublica.com



