Los científicos estadounidenses Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne han ganado el Premio Nobel de Física 2017 por su trabajo en LIGO, el detector de ondas gravitacionales. El jurado ha reconocido a los científicos por un “descubrimiento que sacudió al mundo”, ha señalado Göran Hansson, secretario general de la Real Academia de Ciencias Sueca, en el momento de anunciar el fallo del jurado.
Weiss recibe una mitad del premio y Thorne y Barish comparten la otra por su “contribución decisiva en los detectores de LIGO y la observación de ondas gravitacionales”, ha señalado el jurado. Los tres físicos, junto al resto de la colaboración internacional de LIGO, también recibieron este año el Premio Princesa de Asturias por su papel en el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales.
Albert Einstein fue el primero en predecir la existencia de estas señales, pero estaba convencido de que nunca se podrían detectar. Su Teoría General de la Relatividad implicaba que algunos de los fenómenos más violentos del universo —como el choque dos agujeros negros— produce ondas gravitacionales que se expanden por el espacio-tiempo a la velocidad de la luz deformándolo como hace una piedra al caer en un estanque. Estos cuerpos están tan lejos que, al llegar a la Tierra, sus ondas son tan débiles que no había tecnología capaz de captarlas, aseguró Einstein.
Un siglo después, el 14 de septiembre de 2015, los detectores de LIGO captaron la primera onda gravitacional, producida por el choque de dos agujeros negros hace 1.300 millones de años. El jurado de la academia sueca reconoce a Rainer Weiss como uno de los pioneros en el diseño de los primeros interferómetros láser cuyos haces de luz estaban concebidos para vibrar al paso de una leve onda gravitacional, un trabajo que inició a finales de los años 60 en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Unos años después, el físico teórico Kip Thorne comenzó a trabajar en el diseño de dispositivos similares en el Instituto de Tecnología de California. Ambos proyectos quedaron unidos en el actual LIGO, cuya construcción fue aprobada en 1990. Barry Barish lideró la etapa de edificación y puesta en marcha de los dos grandes interferómetros del proyecto, que están separados por más de 3.000 kilómetros para maximizar las probabilidades de captar una señal real. También fue quien dio al proyecto su actual proyección internacional —señala la academia— con más de 1.000 científicos de 20 países, incluida España.
La primera onda gravitacional “se captó 20 años después de que comenzase a funcionar el primer detector”, ha recordado Barish en una entrevista telefónica con la organización del premio minutos después de recibir la llamada del comité anunciándole que había ganado. Einstein tenía razón al decir que las señales serían extremadamente pequeñas, pero se equivocó al estimar el avance de la tecnología para captarlas. “El tamaño real de la señal era unas mil veces más pequeño que un protón”, ha resaltado Barish.
Hasta el momento LIGO ha captado cuatro señales de ondas gravitacionalesprocedentes de otras tantas fusiones de agujeros negros. La última la ocasionaron dos cuerpos de unas 30 veces la masa del Sol al fusionarse. Tras viajar por el universo durante 1.800 millones de años la señal fue la primera captada tanto por LIGO como su homólogo europeo, Virgo, dentro del proyecto de colaboración internacional al que pertenecen los tres premiados.
Vía NAD/www.diariorepublica.com