
El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, un aliado de larga data de Caracas, declaró que las puertas de Bielorrusia están «siempre abiertas» para Nicolás Maduro si el líder venezolano decidiera abandonar su país. La sorprendente oferta fue emitida durante una entrevista con el canal estadounidense Newsmax TV, luego de que Lukashenko sostuviera consultas de alto nivel con el emisario de la Casa Blanca, John Cole.
A pesar de la oferta, el presidente bielorruso, a menudo denominado el último dictador de Europa, matizó que el tema del exilio «jamás ha sido abordado» con Maduro, a quien describió como un líder resuelto.
«Maduro no es el tipo de persona que lo deje todo y se vaya, se fugue. Es un tipo duro. Es un ‘chavista’, es un tipo duro como (el expresidente venezolano Hugo) Chávez. Un hombre decente, sensato, con el que se puede conversar y llegar a acuerdos,» afirmó Lukashenko, contradiciendo la narrativa de inestabilidad política.
🛑 Crítica al Enfoque de Washington
Lukashenko aprovechó la ocasión para rechazar vehementemente las acusaciones del presidente estadounidense, Donald Trump, que vinculan a Maduro con el narcotráfico. El líder bielorruso aseveró que Estados Unidos «no tienen pruebas de esto» y descartó la veracidad de tales vínculos.
El presidente bielorruso criticó la estrategia de EE. UU. en el Caribe y su no reconocimiento de las elecciones venezolanas, argumentando que una posible agresión militar solo lograría consolidar al pueblo venezolano en torno a la figura de Maduro.
Lukashenko advirtió que la lucha contra el narcotráfico, si bien es un problema global, «no se puede vencer a las drogas con misiles» y que «debemos buscar nuevos métodos» en lugar de «guerrear».
🤝 Negociaciones y Contexto
Las declaraciones de Lukashenko se producen después de dos días de consultas con John Cole de la Casa Blanca, un encuentro que culminó con el indulto de 123 presos políticos en Bielorrusia a cambio del levantamiento de sanciones sobre el potasio bielorruso.
En el contexto regional, Venezuela mantiene una permanente movilización militar como respuesta al despliegue naval estadounidense en el Caribe, que expertos del CSIS han calificado como el más grande en la historia de EE. UU. desde la Guerra del Golfo.
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