En Colombia, al ministro del Interior se le conoce también como el «ministro de la política». Y, como tal, trabajo es lo que menos le falta al actual titular de la cartera, Fernando Carrillo.
Efectivamente, con el presidente Juan Manuel Santos entrando al que, en teoría, es su último año de su gobierno en medio de una ola de protestas sociales –el mandatario aún no ha confirmado que buscará la reelección, aunque todo apunta en ese sentido, y con el proceso de paz con las FARC enfrascado en la discusión de uno de sus puntos más polémicos –la eventual participación de la guerrilla en la vida política del país, la capacidad política de la administración Santos está siendo objeto de particular escrutinio.
Y el manejo de las protestas por parte del gobierno ha sido un especial objeto de críticas, tanto desde la derecha como desde la izquierda del espectro político (incluyendo a las mismas FARC, que desde la mesa de conversaciones de La Habana se han pronunciado varias veces al respecto).
Para hablar sobre el tema, BBC Mundo se sentó a conversar con el ministro Carrillo, en vísperas de la conclusión de las décimosegunda ronda de conversaciones con la guerrilla y justo cuando empieza un nuevo intento por poner fin a la protesta más emblemática del momento: la de los campesinos de la región del Catatumbo, a casi ya dos meses de su inicio.
¿Por qué ha tomado tanto tiempo encontrarle una salida a la protesta del Catatumbo?
Hay que recordar que es una protesta que comienza con hechos violentos: comienza con el incendio de la casa del alcalde de Tibú, con el edificio de la fiscalía de ese municipio. Y cuando una protesta empieza con tanta violencia es porque los objetivos no son puramente sociales: hay objetivos que tienen que ver con el abrir espacios a actores violentos, hay objetivos de choque contra la fuerza pública y, lo hemos dicho con toda claridad, hay objetivos políticos.
El tema es que Colombia vive dos fenómenos simultáneos que tiene que manejar, con todo lo que eso implica. Por una parte un año electoral, que ya se vino –en nueve meses tenemos elecciones parlamentarias, en once meses o menos tenemos elecciones presidenciales, y eso ha implicado que comiencen a realinderarse (sic) los sectores políticos. Y los sectores políticos por supuesto aprovechan estas manifestaciones.
En la extrema derecha vienen, obviamente, cuestionando las políticas del gobierno, principalmente el proceso de paz –que es el segundo gran escenario que se está consolidando– y están tratando de dispararle al proceso de paz, de quitarle legitimidad al proceso de paz. Y en la extrema izquierda pues tratando de decir que este gobierno no le ha cumplido socialmente a la población, que no tiene capacidad de maniobra. Entonces un poco estamos entre esos dos fuegos (en el centro, lo que demuestra que venimos haciendo las cosas bien). Y en un escenario de protestas en el que uno tiene un año electoral, más un proceso de paz, pues es evidente que una protesta como esta adquirió unas connotaciones muy particulares.
Lo que siempre pedimos es que cese la violencia, un poco correrle el velo a los actores violentos. Y, por supuesto, decirle a la guerrilla: no interfiera más la protesta social, porque todo sabemos que (el Catatumbo) es una zona donde interactúan simultáneamente el narcotráfico, la guerrilla y por supuesto las bandas criminales.
Vía BBCMundo