Que el Papa libere unas palomas como símbolo de la paz no sorprende ni espanta a nadie. Pero si esas palomas de la paz son atacas por otros pájaros, el simple gesto se presta para otras interpretaciones.
Fue lo que pasó el 26 de enero.
Un flamante Papa Francisco, todavía novel en estas lides -no tenía un año en el cargo-, dio el rezo dominical del Angelus. Acababa de rogar por la paz en Ucrania, donde por entonces se contaban tres muertos (después serían miles) como resultado de las protestas iniciadas dos meses antes.
Dos niños que lo flanqueaban liberaron las blancas aves. Que, acto seguido, se convirtieron en blanco de una gaviota y un cuervo que las interceptaron en picada y las agarraron a picotazos.
Con Información de BBC Mundo
www.diariorepublica.com